El Valle de Arán está situado en la vertiente norte de los Pirineos, limitando con el departamento de la Haute-Garonne de Francia. Existen allí unos asentamientos urbanos de los siglos XI-XIII establecidos sobre el cauce del río Garona a través de lo que se conoce como Camin Reiau.
La organización de estas poblaciones está determinada por esta vía de comunicación y su complicada topografía, y está presidida por la referencia identitaria de sus iglesias románicas, elemento aglutinador del núcleo urbano y de comunicación visual a través de sus campanarios.
Pese a que políticamente el Valle de Arán está vinculado desde 1313, por los privilegios de la Era Querimònia, a Jaime II de Aragón, su organización eclesiástica formaba parte del obispado francés de Cominges hasta que se anexionó a la diócesis de Urgell en 1804. En los siglos en que se construyeron estas primitivas iglesias aparecen destacadas figuras eclesiásticas en la diócesis francesa, como Bertrand de l'Isle y Bertran de Gòt, nombrado Papa como Clemente V. En este momento la liturgia imperante era el Gemma animae de Honorio de Autun, que promulgaba que las iglesias han de estar orientadas hacia el este, donde sale el sol (Ecclesiae ad orientem vertuntur ubi sol oritur).
El equinoccio, en el inicio de la primavera y del otoño, se produce cuando el día y la noche son exactamente iguales. Ahí, el sol sale exactamente por el este y se pone por el oeste. Esta tesis, fácilmente observable si el horizonte es plano, en geografías llanas o en la vista del confín marítimo, es inidentificable en los perfiles montañosos como en el Valle de Aran o en el cercano Valle de Boí, donde existe un importante número de iglesias románicas declaradas Patrimonio Mundial.
Hay grandes diferencias en cuanto a las consideraciones constructivas entre las nueve iglesias del Valle de Boí de la vertiente sur del Pirineo del obispado de Urgell y las veinticuatro del Valle de Aran, situadas en cara norte y pertenecientes al obispado de Cominges. Hay además, en estas iglesias, una gran disparidad en cuanto a la interpretación del concepto del ubi sol oritur. Las iglesias del Valle de Boí están orientadas ligeramente hacia el sur, mientras que algunas del Valle de Aran están perfectamente alineadas hacia el este, orientación heredada del decumanus romano.
La Pascua de Resurrección, de acuerdo con el Concilio de Nicea (325), se fijaba con la entrada de la primavera. Hay que tener en cuenta que las iglesias aranesas se construyeron con el calendario Juliano, que por aquel entonces ya tenía un desfase de entre seis y siete días con respecto al actual, el Gregoriano. Esto afectaba a la fecha de visualización del astro y, por tanto, tenía impacto en el valor absoluto de las mediciones realizadas en la actualidad. Dado que un año dura 365,25 días y la circunferencia se divide en 360 º, tendríamos un error de aproximadamente 7 º en las mediciones.
En el Valle Arán se han determinado hasta cinco iglesias con una precisión de orientación este-oeste menor del 1 %. Las montañas aranesas impiden ver el sol en el horizonte astronómico, y por tanto su trazado no se puede realizar con el alineamiento del astro en su salida, por lo que se ha de utilizar algún método de base geométrica.
La orientación de estas iglesias dispone de una exactitud extraordinaria dado el instrumental hábil en la época: la regula (regla), norma (escuadra), circino (compás) y linea (cordel). Por ello el artífice del trazado de estas iglesias tenía que disponer de una notable habilidad técnica, y a la vez, conocer algún método para su trazado de base teórica para poder obtener este requerimiento.
Disponemos de fuentes tardo clásicas conocidas con las que pudieron ser trazadas estas iglesias, dos métodos creados por Vitrubio a partir de las sombras de la mañana y de la tarde producidas por un gnomon, hasta cuatro técnicas de orientación de la agrimensura romana de los siglos (I-III) recogidos principalmente por Higinio Gromático, dos métodos de Gisesmundo de Ripoll y otros dos atribuidos apócrifamente del Papa matemático Silvestre II formado por el obispo de Vic.
El tratamiento de los autores precisó que los sistemas que determinaban una alineación meridiana, de norte a sur, o equinoccial, de este a oeste, tuviesen como base común los de Vitrubio. Al analizar los movimientos geométricos de cada método se concluyó que los de Gisesmundo tenían menos operaciones, es decir, que instrumentalmente podrían determinar menos error, por lo que permitían trazar la alineación de las iglesias con más precisión. En ambos procedimientos hay implícitamente conocimientos relacionados con la medida de la hora a través de la longitud de la sombra humana en función de la estación anual.
Gisesmundo simplifica el método de Vitruvio pero conoce que, en función de la época del año, ha de determinar la proporción de la sombra, más alargada en invierno que en verano, con la circunferencia que tiene que trazar. Con las investigaciones realizadas, se ha comprobado que en las tierras aranesas los altos de proporción (1:1) funcionan mejor en verano, los bajos (1:¼), en el de invierno, y los medios de proporción (2:3) en la primavera y otoño. También se ha deducido que la mejores horas para realizar el trazado de las sombras –considerando las 12 con horario solar cuando el sol está en el sur, hora sesta– coincide con la hora tercia (9:00 a.m.) y nona (3:00 p.m.) , momento en que se realiza el cambio de las labores de ora et labora en la vida monacal.
L'ars gromatica siue geometria Gisemundi recoge una simplificación geométrica del método de Vitruvio. De ese libro se conservan dos copias: el Codex Parisinus BN 8812 (c. 800-833), curiosamente originario de la Francia meridional, y el Codex Riuipullensis 106 (c. 850-900) del cenobio de Ripoll.
No sabemos ni quién fue el artífice ni cómo trazó la orientación de Santa Eulària d'Unha, Santa Maria d'Arties, Sant Pèir de Betlan, Sant Andrèu de Casau y Sant Miquèu de Vilamòs, pero sí sabemos que, entre los siglos XI y XIII, había en el Valle de Aran un notable conocimiento científico como un notable identificador patrimonial.
Josep Lluis i Ginovart, Catedrático Intervención Patrimonio Arquitectónico, Universitat Internacional de Catalunya y Cinta Lluis Teruel, Ayudante de Investigación Júnior, Universitat Internacional de Catalunya
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
Esta entrada fue modificada por última vez en 04/02/2022 12:25
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