Han pasado ya seis años desde el debut de lo que en aquel día fue el cohete más potente del mundo. Ese título abandonó a SpaceX y este cohete cuando el SLS de la NASA logró despegar después de una década y 20 mil millones de dólares. Posteriormente, la empresa de Elon Musk reemplazó de nuevo a la NASA con el cohete más potente con la Starship. Pero este revolucionario cohete habría sido mucho más complicado de desarrollar sin este, su predecesor.
Diez de diez y para seguir
El Falcon Heavy, hoy alzando un satélite meteorológico para la NASA y la NOAA, ha tenido nuevamente un comportamiento impecable. Imitando a su hermano menor, la familia Falcon presume de una de las tasas de éxito más elevadas en toda la historia de la carrera espacial. Y si nos ceñimos a la última iteración desarrollada, mantienen un historial perfecto, todos los lanzamientos han sido exitosos.
En este caso tenemos la particularidad espacial que se trata de tres bloques aceleradores completamente nuevos como demuestra el blanco inmaculado que lucen, algo cada vez menos habitual en SpaceX. Como comparación, algunos bloques empleados en Falcon 9 han superado la docena de lanzamientos.
Pese al notable tiempo que ha tardado en llegar a la redonda cifra de diez despegues, el Falcon Heavy acelera progresivamente. Mientras que tardó cinco años en lanzar sus primeras cinco misiones, las siguientes solo han tardado dieciocho meses en llegar. En el próximo año y medio es seguro que lanzará no menos de seis veces, y podrían ser más.
Lo que probablemente no veamos en ninguna de ellas es la recuperación de la etapa central. Algo que se intentó en los primeros despegues del Falcon Heavy, pero que parece haber sido abandonado. En este lanzamiento se recuperarán ambos cohetes laterales, pero nuevamente el central se perderá en las profundidades del Atlántico.