El Falcon Heavy lanza el satélite más pesado de la historia mientras peligra el lanzamiento de otros

Imagen de los restos de la llamarada del lanzamiento y el aterrizaje del Falcon Heavy

Desde 2018 el Falcon Heavy es el cohete más capaz del mundo, con la extraordinaria salvedad del SLS de la NASA. Sin embargo, la falta de adaptación del mercado de satélites ha hecho que haya estado falto de cargas acordes a su capacidad de carga. Esto cambió este año con la aparición de varios clientes que necesitaban, si no toda, al menos una parte considerable de esta capacidad.

Instantanea del momento en que el Falcon Heavy rebasa la torre de lanzamiento del complejo LC 39A. Fuente: SpaceX

El lanzamiento de un Falcon Heavy es siempre un evento marcado en el calendario de un aficionado a la cohetería. No todos los días se lanza un cohete que ostentó, aunque por poco tiempo, el título del más poderoso. Además de su capacidad de recuperar y reutilizar diferentes partes. Aunque, este suceso se ha vuelto mucho más común este año con unos sanos tres lanzamientos (incluyendo el producido esta noche). Que destacan aún más enfrentándolos al mismo número de lanzamientos desde su debut hasta la entrada de 2023. Un problema que parece haberse solucionado por si solo con el tiempo, aunque le ha costado una buena cantidad de años. Por si fuera poco, este no será el último de este año, si no que al menos habrá otros dos. Uno de ellos, la sonda Psyche de la NASA será la primera carga, de muchas, para la agencia espacial estadounidense.

El lanzamiento de hoy se produjo desde la rampa LC-39 A, la única que de momento permite estos lanzamientos del Falcon Heavy. Esto está previsto que cambie en pocos años, siendo necesaria la inclusión en las posibilidades de lanzamiento de la rampa SLC-4E que SpaceX opera en la costa oeste. Esta instalación dentro de la base aérea de Vanderberg permitirá lanzamientos clasificados a órbitas polares que no son posibles desde Cabo Cañaveral debido a la proximidad de Cuba.

El Jupiter 3 lanzado hoy se ha coronado como el satélite en órbita geoestacionaria más pesado de la historia, sitúa el récord en 9200 kilogramos.

Se basa en el bus SSL-1300 proveniente de una de las empresas más importantes del sector, Space Systems/Loral. A este se le han equipado varias antenas de comunicación en la banda Ka que le permiten mantener una tasa de transferencia de datos de 500 Gbps. El equipo es propiedad de Hughes Network Systems que planea lanzar varios reemplazos de sus anticuados satélites en los próximos años.

Aunque ninguno será del peso de este. Tal es este que incluso el potentísimo Falcon Heavy se ha visto obligado a desechar su cohete acelerador central con el fin de llevar la carga a su órbita.

Fotografía distribuida por Viasat que muestra a un satélite Viasat 3 en órbita ya desplegado.
Imagen promocional que muestra a un satélite Viasat 3 sobre Sudamérica. Fuente: Viasat

¿Y si el Falcon Heavy amenaza el mercado de satélites?

Lanzar satélites es arriesgado, hablamos de inversiones de cientos de millones dólares que se ponen en lo alto de un cohete lleno de combustible altamente inflamable. En consecuencia, es muy habitual el recurrir a seguros.

Este hecho ya saltó a la opinión pública española hace unos años, cuando el satélite Ingenio resultó destruido en el lanzamiento a bordo de un cohete Vega europeo. Pero es un mundo complejo, que no suele sufrir el escrutinio público debido a su falta de relación con él. En general, la mayoría de compañías tienen uno o varios para cada lanzamiento, que suelen cubrir la mayor parte del coste de fabricación. Esto permite que en caso de fallo, que suele ser bastante normal, puedan reintentarlo.

Pero este juego empresarial se ha encontrado frente a un problema enorme, literal y figuradamente. En el anterior vuelo de un Falcon Heavy, hace apenas tres meses se lanzó el Viasat 3 Americas. Este nuevo equipo prometía ser un salto de gigante en las comunicaciones a través de la órbita geoestacionaria. Construido con la tecnología más puntera de la que se dispone, estaba asegurado por un valor de 420 millones de dólares.

No es el primer satélite con un coste y, por tanto, un valor asegurado elevadísimo, pero en este caso ha habido un incidente grave. Una de las antenas, que basaba su sistema de despliegue en el del James Webb, pero a una escala mayor, no lo ha hecho. Entonces la empresa del satélite ha recurrido no solo al fabricante del sistema de despliegue, si no, a las aseguradoras. Uno de los rumores que está corriendo es que en caso de pagar la prima total, otros lanzamientos podrían ver, al menos, dificultado su acceso a un seguro. 

La razón sería que las aseguradoras se quedarían sin dinero con el que pagar a sus asegurados. Esta es una historia en desarrollo, por lo que hay muchos puntos sin aclarar. Para empezar, como todo el mundo sabe, es raro que una aseguradora pague la prima total, más cuando el equipo funciona, solo que lejos, muy lejos de su capacidad inicial prevista. Después, aún es posible que se logre arreglar el problema, eso evitaría males mayores y tampoco sería el primer apaño espacial.

Pero, el riesgo está ahí y en una industria que aún está pagando los retrasos de la pandemia de 2020, no parece un problema menor. Aun así, lo que es más probable que suceda es que el circo siga en marcha, quizá con alguna dificultad más para acceder a seguros. Pero estas dificultades palidecen en comparación a la de conseguir componentes, o a las prisas por cumplir los plazos de lanzamiento.

Martín Morala Andrés