Invasión de Ucrania: como el espacio ha cambiado para siempre las guerras
24/02/2023 Martín Morala AndrésLa atroz e ilegal invasión de Rusia a Ucrania, dio comienzo tal día como hoy hace un año. En aquel momento se daba por hecho la caída del país invadido en días, si no horas. Sin embargo, una defensa numantina de un aeropuerto a las afueras de la capital impidió una rápida toma del poder que hubiera desbaratado la defensa ucraniana.
Desde aquel día muchas cosas han cambiado y aún más se han perdido. Esta es la historia de como el espacio ha cambiado para siempre las guerras.
Satélites espía
Satélites militares hay muchísimos, pero los menos numerosos de todos ellos son los satélites espía. Esta rama de los satélites militares, es aquella cuya misión es obtener datos de inteligencia aplicables al campo de batalla o de utilidad para este. Localizar un depósito de municiones, un gran grupo de tropas o vehículos, captar las ondas de aparatos de telecomunicación enemigos para desencriptar las conversaciones y averiguar lo que harán. Esas son a las cosas a las que se dedican los satélites espía, y como habéis visto, hay muchos tipos.
Los más habitual son los dedicados a la obtención de imágenes ópticas. El más conocido, popular y numeroso es el americano KH-11 CRYSTAL. Aunque el nombre oficial en la actualidad según documentos filtrados por Edward Snowden sería KH-11 Evolved Enhanced Crystal System. Estos se remontan a los albores de la digitalización del espacio, de hecho los KH-11 fueron los primeros satélites de reconocimiento electro-óptico. Esto supuso una revolución en 1976 siendo los primeros de su clase. No fueron, eso sí, los primeros que no tenían que enviar la película fotográfica física de vuelta a Tierra para su análisis. Existío un paso intermedio, breve y poco exitoso, de satélites que enviaban mediante señal de televisión imágenes de la película fotográfica.
Los KH-11 deben su fama en buena parte al telescopio espacial Hubble, siendo este una adaptación para observar el cosmos. Una función clave de estos telescopios es su óptica adaptativa, esto permite obtener dos tipos de imágenes y todo el espectro entre medias. Una imagen con muy alta resolución con muy poco campo de visión. O viceversa, obtener imágenes más pobres en calidad pero observando una gran cantidad de terreno en cada foto. Esto tiene usos muy interesantes, pudiendo identificar a un alto mando enemigo y una concentración de tropas bien dispersas por un área de gran tamaño.
Pero los KH11 no son el único tipo de satélite espía. Ni tampoco la observación óptica la única forma de obtener información sobre el enemigo.
Los misteriosos satélites Orion son la cumbre del espionaje de señales. Sus capacidades son un misterio. Sus objetivos lo mismo.
Se sabe que es capaz de localizar con una precisión de menos de menos de 100 metros una señal WiFi, una señal privada. También hay declaraciones del en aquel momento director del NRO (Oficina Nacional de Reconocimiento) en las que afirmaba que el trabajo de los satélites de señales electrónicas servía para descubrir artefactos explosivos improvisados en Iraq y Afganistán.
Los últimos satélites espía de los que quiero hablar son los GPS. Pese a su popularización en el ámbito civil, los satélites GPS son propiedad del ejercito del aire estadounidense y buena parte de su uso está dedicado a estos.
Los satélites Beidou chinos y los Glonass rusos también pertenecen a sus ejércitos. Cabe mencionar la particular mala fama de los satélites rusos. En la guerra se ha llegado a ver a la aviación agresora emplear receptores de GPS civiles con tal de no usar sus propios sistemas Glonass integrados.
Esto tiene un efecto dramático en el empleo de armas de larga distancia por parte rusa y en parte explica la incapacidad de este país de atacar en profundidad. Es uno de los ejemplos más directos de como el espacio es necesario para ganar una guerra hoy en día.
Satélites espía, no tan espía, y mucho más capitalistas
En esta guerra, igual que en cualquier desastre de los últimos años, se ha visto popularizado una vez más el empleo de satélites comerciales como forma de complementar las observaciones de los satélites de los ejércitos. Cada día las constelaciones de empresas son más grandes, cubren más servicios y sobre todo obtienen mejores. Lo del coste que tienen en comparación a los más capaces satélites militares no justifica la diferencia de precio.
El presupuesto anual de la NRO oscila alrededor de los 10 mil millones de dólares. Recientemente se ha adquirido al completo la empresa Maxar por un monto de 6 mil millones y medio de dólares. Es el presupuesto del NRO en la mitad del año en la mejor constelación de satélites electrópticos disponible para clientes civiles. Y es cierto que Maxar solo opera satélites electroópticos como los Crystal. Pero, son muy potentes, sin llegar al nivel de sus contrapartidas militares, pero en la mayor parte de los casos ni siquiera a los militares les compensa la diferencia de coste.
Por eso, en la actualidad buena parte de las imágenes que emplea Ucrania en el campo de batalla están obtenidas por satélites de este tipo, civiles.
Aparte de Maxar, Black Sky, Planet Labs y Airbus están proporcionando imágenes siendo empresas privadas. Generalmente quien esta pagando por ellas no es la propia Ucrania si no sus aliados en la OTAN.
Pero, los satélites de imágenes visibles no son la única forma de conocer como es la situación en el campo de batalla. Un gran problema de los satélites ópticos es que en caso de mucha nubosidad simplemente están anulados. Igual que el ojo humano no ve a través de una nube, estos satélites tampoco lo hacen.
Aquí entran en juego los versátiles satélites dotados de SAR (siglas en inglés de radar de apertura sintética) Estos equipos obtienen imágenes de la superficie terrestre emitiendo un haz de ondas de radar sobre la superficie terrestre contra la que rebotan y vuelven hacia el emisor.
Este tipo de equipos son relativamente nuevos ya que la tecnología no estaba suficientemente avanzada. Su origen pese a ello se encuentra en los años 50 con un primer satélite empleando SAR en los años 60. Sin embargo, han tenido una rápida expansión en la órbita baja cuando la tecnología ha madurado suficiente y el coste del acceso al espacio ha bajado.
Estos satélites, especialmente los privados en este caso con empresas como Capella Space.
La utilidad de estos especializados equipos se demuestra en tanto en cuanto una de las adquisiciones realizadas con crowdfunding para la defensa de Ucrania fue un satélite dotado de SAR. Este era propiedad de la empresa Iceye que ha estado presente en la recopilación de imágenes con el resto de satélites de su constelación.
La guerra ha llegado al espacio. Lejos de aquellos fantasiosos laser que proponía la administración Reagan en su iniciativa de la Guerra de las Galaxias los satélites libran guerras. Sin la información recopilada por los satélites Ucrania no podría haber sabido los ejes de avance. Tampoco podrían haber ejecutado fuegos en profundidad castigando los almacenes de munición rusos sin los satélites GPS estadounidenses. Y hay más historias, mucho más oscuras, como el uso de Starlink para guiado y comunicación de armas. Pero esas no llegarán hasta que la niebla de la guerra no se asiente y puede que aun así nunca sepamos todo.