Aunque es un hecho poco conocido, el X-37B deriva, y no poco del programa del transbordador espacial de la NASA. Uno de los mayores problemas de este no era ni su monstruoso coste, ni sus peligros, si no su incapacidad de permanecer en el espacio. Es decir, el orbitador no tenía capacidad de mantener a la tripulación más de 20 días en órbita. Ni siquiera acoplarse a la Estación Espacial Internacional o a la Mir eran solución suficiente.
La causa estaba en el sistema de generación eléctrica, en vez de disponer de paneles solares la nave solo utilizaba pilas de combustible. Por eso cuando al final la NASA logró construir una estación espacial usando el transbordador tuvieron que buscar una solución. Resulta paradójico que una de las misiones por las cuales se construyó el transbordador, este fuera incapaz de llevarla a cabo de forma correcta. Pero, por desgracia, esto era algo relativamente habitual en el caso de la nave alada de la NASA, un motivo más para retirarla. Aquel programa recibió el nombre de Crew Return Vehicule (CRV) o a veces se le añadía una A delante que provenía de Assured, (programa Vehículo de retorno de tripulaciones asegurado) diseñó multitud de naves espaciales aladas para el propósito.
Aunque, dada la época de su desarrollo, y su intención de probar tecnologías de vanguardia y reentrada es lógico afirmar que si servía de apoyo. Esto hubiera permitido dividir gastos de desarrollo camuflando los de uno en el programa del otro. Este subterfugio aligera la factura anualmente, lo que dificulta un poco la cancelación de un programa, pero a cambio acaba costando más al final del desarrollo de ambos. El X-38 pese a su proximidad numérica guarda poco parecido con el que titula este artículo. Más allá de un diseño alado y una escala reducida respecto a la del transbordador espacial poco parecido visual quedaba. Aunque en cuestión de materiales de construcción y del escudo térmico volvían a aparecer similitudes.
De esta época de la NASA datan una gran cantidad de diagramas e imágenes artísticas que nos dan una idea de lo que es hoy el X-37B. Ya aparecía por ejemplo el panel solar desplegable, guardado en la bahía de carga durante el lanzamiento y el aterrizaje.
El X-40 fue un prototipo desarrollado a finales de la década de 1990 por la NASA, Boeing y la Fuerza Aérea de Estados Unidos como un modelos de pruebas del X-37. Este tenía exactamente su misma forma, aunque solo un 85% de su tamaño. Su vida útil fue relativamente limitada, realizó un total de ocho vuelos. El primero se produjo en 1998 por parte de Boeing desde un helicóptero UH-60 Black Hawk y luego se transfirió a la NASA para más tests. Los restantes siete se realizaron todos en 2001 después de haber permanecido tres años en poder de la agencia espacial recibiendo modificaciones. Tras completar su misión se retiró y actualmente se exhibe en el Museo Nacional de la Fuerza Aérea, como el VZ-9AV Avrocar el platillo volante de los años 50.
Por sorpresa y sin apenas explicaciones el 13 de septiembre de 2004 el programa fue transferido a la DARPA. Este momento marca el fin del escrutinio público sobre el avión espacial, pues al pasar a la Agencia de Desarrollo de Proyectos Avanzados de Defensa el proyecto se convirtió en clasificado inmediatamente. Lo único que se supo en aquel momento fue que DARPA lo incorporaba como parte del programa espacial independiente que había mantenido el Departamento de Defensa. Aunque cabe destacar que podría haber sido un movimiento promovido por la NASA más que por el aparato de defensa estadounidense. La razón estaría en el abultado coste que tenía el desarrollo de este aparato, en un momento en que la agencia espacial se reenfocaba en la Luna al amparo de la Orion y el programa Constellation.
Esta teoría cobra fuerza en tanto en cuanto la USAF, la fuerza aérea, se había retirado del proyecto en 2001. Esto obligó a la NASA a reconsiderar el proyecto y cambio el contrato con Boeing, constructora del aparato.
Toda vez que fue transferido a la DARPA el proyecto solo ha vuelto a ser público cuando despegaba o aterrizaba. Ninguno de los dos acontecimientos es fácil de ocultar, siendo los despegues directamente imposibles de llevar en secreto. Aunque se podría ser más vago con la carga del cohete, un lanzamiento espacial tiene unas estrictas reglas que impiden su secretismo. Los aterrizajes en muchas ocasiones son reportados y unos días después se publica la confirmación oficial del mismo.
De esto se sabe más de lo que pudiera parecer gracias a su época pública. Por ejemplo, el motor, que por lo que se sabe no se ha modificado, es el Aerojet AR2-3. Este emplea peróxido de hidrógeno, que es el oxidante y JP-8 que actúa como combustible.
Sus dimensiones son casi 9 metros de largo, con una envergadura alar de 4,55 metros. Su bahía de carga ocupa apenas 2,1 x 1,2 metros y teóricamente puede transportar hasta 227 kilogramos. Además, aunque es mucho aventurar, su delta V sería de 3200 metros por segundo. Esta es la energía de la que dispone para moverse por órbita. Pero este dato era el objetivo, ni siquiera el número final de cuando el proyecto estaba en manos de la NASA.
El X-37B es un gran misterio, y cuando parecía que se empezaría a saber más sobre él, cambia todo. En el anterior vuelo del transbordador, que volvió a pulverizar el récord de permanencia en el espacio, sabíamos las cargas que transportaba. El cohete en el que se lanzaba era predecible, pero en el siguiente todo es nuevo. El Falcon Heavy lanzará por primera vez el avión más allá de la órbita baja, o al menos eso se cree.
Esta entrada fue modificada por última vez en 03/03/2024 23:11
Jefe de sección Actividad Aeroespacial. Especialista en el programa espacial indio. Universidad de Oviedo.