Cuando en películas como La Fortaleza, Assassin’s Creed o Casino Royale los personajes escalan por las paredes o saltan de edificio en edificio, uno podría pensar que se trata de la magia del cine y que eso no es posible. Pero la realidad demuestra que sí lo es.
Los atletas que realizan acrobacias como las de esos filmes forman parte de la comunidad del parkour, actividad similar a la gimnasia, desarrollada a partir de ejercicios militares de obstáculos, en la que el objetivo es moverse de manera rápida y precisa a través de un complejo entramado urbano.
La investigación que hemos llevado a cabo presenta a la ciencia como su aliada si pretende practicar parkour, ya que puede aumentar su efectividad corriendo por las paredes y ofrecerle más opciones para realizar un aterrizaje limpio. Y si su intención no es probarlo, al menos échele un vistazo; créame, merece la pena conocer este deporte.
Aunque el parkour ha sido reconocido de manera oficial en algunos países como un deporte, es imposible precisar cuántas personas lo practican en todo el mundo. No es una actividad que se lleve a cabo de manera organizada, lo cual en cierta manera le otorga parte de su atractivo subcultural.
A ojos de los curiosos, estos deportistas pueden parecer imprudentes, pero lo cierto es que entrenan muy duro para mejorar unas habilidades que les permiten desplazarse de manera ágil por distintos medios. Los hombres y mujeres que practican parkour son denominados con los términos de origen francés traceurs y traceuses, respectivamente.
Algunos de los movimientos individuales del parkour guardan grandes similitudes con deportes como la gimnasia, el atletismo o las carreras de montaña. Sin embargo, esta exigente actividad no se ha estudiado tanto como otras más populares a pesar de compartir los principios fundamentales de generación y orientación del impulso, cuyo conocimiento puede beneficiar la práctica de todos estos ejercicios.
Uno de los aspectos que más llaman la atención de muchos espectadores es la manera en que los traceurs trepan por paredes de altura considerable para encaramarse a los edificios.
Para escalar por estructuras grandes, corren hacia la pared y ejercen uno o más contactos con los pies. Esta técnica les permite ascender a mucha mayor altura que si realizaran un salto vertical desde una posición estática, proporcionándoles una mayor eficacia en sus desplazamientos por el entorno urbano.
Dentro de la investigación para saber cómo consiguen desplazarse por la pared, situamos una plataforma de fuerza en el suelo y otra en el tabique. A continuación, grabamos cómo los participantes en el estudio se aproximaban al muro.
En las imágenes observamos cómo redirigían su cuerpo empleando una estrategia que dependía por completo de la acción de las piernas tanto en el suelo como en la pared. Aunque algunos instructores recomiendan a los deportistas realizar los movimientos en la pared y en el suelo al mismo tiempo, apreciamos que los traceurs siempre abandonaban totalmente la superficie antes de entrar en contacto con el muro.
Queríamos comprender de manera precisa cuál es la colocación correcta del pie en el suelo y en la pared, así como el efecto producido por velocidades de aproximación diferentes. Para conocer mejor estos aspectos, desarrollamos un simulador informático para optimizar cada uno de ellos.
Los resultados proporcionados por la representación virtual se correspondieron con lo que habíamos observado: una velocidad intermedia es la mejor opción, y la simulación nos permitió saber por qué.
Durante la carrera, el deportista genera un impulso horizontal, producto de la velocidad y del propio peso corporal. En el despegue, este impulso horizontal puede convertirse en un impulso vertical si se mantiene rígida la pierna de apoyo en el suelo, a modo de pértiga.
Si la carrera de aproximación se realiza lentamente, el impulso horizontal generado trasladará menos fuerza al impulso vertical, por lo que la pierna que ejerce la fuerza en el despegue creará el impulso mediante sus músculos, restando eficacia al salto.
En una carrera muy rápida, la pierna de despegue debe actuar como un amortiguador, lo que produce pérdida de energía y desactiva los beneficios de una aproximación más veloz.
Por lo tanto, los traceurs adoptan una velocidad intermedia para escalar la pared utilizando la menor cantidad de energía posible.
Para trepar muros más altos se requiere una aproximación más rápida, pero también capacidad para generar la fuerza necesaria con las piernas. Una mayor velocidad proporciona un impulso superior, a la vez que reduce el tiempo del que se dispone para generar el impulso (producto de la fuerza y el tiempo) necesario para ascender por la pared.
¡Todo lo que sube baja!
Investigamos la caída producida tras saltar el muro, consiguiendo unos resultados reveladores y lógicos: el tipo de aterrizaje que eligen los traceurs está influido por su altura, su masa corporal y la fuerza de sus piernas.
En un aterrizaje seguro se ven envueltas una serie de fuerzas diferentes. Al saltar desde (o por encima de) un objeto, el cuerpo se acelera debido a la gravedad. Al tomar tierra, este viene acompañado de un impulso determinado por el peso y la velocidad. Cuanto más alto sea el elemento desde el que se salta, más rápidos serán la velocidad de aterrizaje y el impulso vertical previo a tocar el suelo.
Es fundamental aminorar en la medida de lo posible el impacto que genera el impulso, de manera que la carga y la velocidad (que constituyen el nivel de energía acumulado) no excedan los límites biológicos para evitar un desgarro muscular o la rotura de un tendón.
Aumentando el tiempo de aterrizaje puede reducirse el impacto del impulso. Otra manera de disminuir las posibilidades de sufrir una lesión es flexionando un poco más las articulaciones, lo que amortigua gradualmente el final de la caída.
Existe otra forma de reorientar la fuerza: convirtiendo un impulso simple en un impulso rotacional con una voltereta, lo que dirige la fuerza en una dirección menos perniciosa para la salud.
Las maniobras de las que un traceur se puede valer varían en función de sus características corporales (altura, peso, flexibilidad, coordinación y fuerza ósea, articular y muscular). Si la alternativa elegida para controlar el impulso es insuficiente, puede acarrear lesiones musculares u óseas.
Gracias a nuestro estudio descubrimos que cuando los traceurs y traceuses saltaban desde alturas pronunciadas solían terminar sus aterrizajes rodando unos metros por el suelo. Los participantes, nueve hombres y dos mujeres, medían desde 1,58 hasta 1,87 y pesaban entre 54 y 92 kilos.
En saltos ejecutados desde ciertas alturas no es factible aterrizar de pie. Sin embargo, la altura máxima en nuestro estudio alcanzó los 2,4 metros, distancia que algunos de los individuos no consideraron suficiente para efectuar una voltereta que amortiguase el golpe.
Los traceurs cuyas piernas son largas pueden aplicar una menor fuerza durante un período de tiempo prolongado, ya que flexionan progresivamente las extremidades inferiores para atemperar el impulso. Paralelamente, observamos que los atletas de menor estatura rodaban por el suelo incluso saltando desde una altura reducida.
Al dejarse caer desde la misma altura, las personas que pesan más crean un impulso mayor que aquellas cuyo peso es menor. Este dato influye directamente en la probabilidad de realizar una voltereta: los traceurs más pesados tendían a aterrizar rodando cuando se lanzaban desde alturas cortas.
Asimismo, los atletas con piernas potentes eran capaces de absorber con sus extremidades inferiores el impacto generado por una caída desde gran altura. Por su parte, aquellos que tenían una menor fuerza en las piernas solían aterrizar dando una voltereta al precipitarse desde una corta distancia.
Si bien no puede hacer nada en lo que a su altura respecta, si entrena puede modificar su masa muscular y aumentar la fuerza de sus piernas. En la práctica, estos aspectos le proporcionan mayor flexibilidad y un abanico de opciones más amplio, ya que puede elegir la estrategia de aterrizaje según la situación a la que se enfrente en lugar de tener que rodar siempre por el suelo para amortiguar el impulso.
James L Croft, Lecturer, Motor Control and Skill Acquisition, Edith Cowan University
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
Esta entrada fue modificada por última vez en 29/04/2021 14:20
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