El estúpido desplante de la ESA al programa espacial chino

Esta semana, Europa ha decido equivocarse de nuevo. Ya hemos abordado sobre los muchos problemas que está teniendo la ESA y Europa en general estos últimos tiempos en el espacio. Bien, pues en vez de corregirlos, Europa ha decidido equivocarse de una manera que marcará durante décadas el futuro espacial del continente.

Imagen de un entrenamiento mixto de astronautas europeos y chinos. En la imagen un rescate en helicóptero de Samantha Cristoforetti. Fuente: ESA

China fue vetada de la Estación Espacial Internacional, no hay ningún buen motivo para ello. Pero al final había sido una decisión política estadounidense. No había mucho que se pudiera hacer desde este lado del Atlántico. Pero la necedad europea ha decidido aparecer en el peor momento posible.

Existe un grave problema con la EEI, esta es muy vieja ya. Se espera alargar hasta 2028, quizá incluso se alargue hasta 2032. ¿Más allá de eso? Rusia tiene su ROSS (de la cual no podemos evitar carcajearnos) y Estados Unidos tiene la Gateway en órbita lunar, en la que Europa, Japón y Canadá colaboran, pero no deciden nada. Sin embargo, hay otro problema más grave, las estaciones espaciales que plantea la NASA para la década de 2030 en órbita baja terrestre, no existen. No ha hecho mi medio amago de lanzar su propia estación espacial que sustituya a la EEI. No, la Gateway no es un sustituto, es otra cosa, está en órbita lunar y es únicamente accesible mediante lanzamientos del SLS, costosísimos y raros, no habrá más de uno al año.

Entonces, ¿qué va a hacer el cuerpo de astronautas estadounidense los otros diez meses que no se ocupe la Gateway? Pues el plan pasa por la industria privada estadounidense. Que está recibiendo fondos para el desarrollo de sus propias estaciones espaciales privadas en las cuales la NASA sea un cliente más.

¿Y la ESA? Está perdida, perdidísima. El programa tripulado europeo está cerca de descarrilar y cuál ciervo que ve los faros de un coche la agencia europea se queda quieta.

A preguntas de la prensa durante un foro, su director general aseveró lo siguiente:

«Por el momento no tenemos ni el presupuesto, ni la digamos, luz verde, política, ni la intención de aventurarnos en una segunda estación espacial».

Teniendo en cuenta el actual presupuesto para vuelo tripulado de la ESA, no hay ninguna razón en este sentido que impida volar en una Shenzhou. Quizá, habría que sacrificar un vuelo a la estación espacial internacional, pero la cuestión es que se puede hacer ciencia en ambas, durante periodos de tiempo similares y presumiblemente a menor coste en la estación china.

Respecto al segundo punto, no cabe más que decir que la política puede y debe quedar al margen de la ciencia, salvo casos extraordinarios. Actualmente, China no entra en nuestra opinión en esos extraordinarios casos.

Y para más inri, la colaboración con la Unión Soviética durante la Guerra Fría nunca paró. Ni con Estados Unidos ni con Europa. ¿Por qué debe hacerlo ahora con China?

Pero sinceramente, estas declaraciones podríamos haberlas dejado correr si no fuera por lo último. En esta redacción somos conscientes que Europa de aquí a menos de diez años no tendrá acceso a ninguna estación espacial, a no ser que tenga que pagar aquel precio que la industria espacial estadounidense decida cobrar. Diez años son el periodo de desarrollo de una estación espacial, o prácticamente cualquier sistema espacial complejo, y eso como mínimo. No es que se invierta en dos estaciones espaciales, es que se invierte en mantener al menos una.

Es increíble que nadie en la ESA haya clamado al cielo por esta desfachatez. Están hablando en serio de construir una nave espacial tripulada, ¿ahora? Ahora que no van a tener a dónde ir con ella.

Y la inquina y desprecio mostrado a quien te ha ofrecido una mano después de que le hayan escupido, pues fue China la que más ha abogado y promovido una colaboración de la cual la más beneficiada iba a ser Europa.

 

Aunque, quizá lo más hiriente ha sido leer comentarios provenientes lado estadounidense del Atlántico, regocijándose en esta noticia. Que no hace sino hundir un poco más (aún) a la industria europea espacial.