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Bennu es un asteroide cercano a la Tierra que podría albergar los fundamentos de la aparición de la vida en nuestro planeta dentro de su superficie de ‘escombros’. Una pronta misión que investigará a fondo la roca espacial podría arrojar luz sobre el origen del sistema solar.
Bennu fue una vez parte de un mundo mucho más grande, cubierto de agua, según los científicos, y podría tener la clave de la vida en la Tierra. Para investigar la roca a fondo, la NASA realizará el 20 de octubre un aterrizaje sobre este asteroide en el marco de la misión OSIRIS-REx, donde recogerá muestras de material espacial para que los científicos las estudien en el laboratorio ya en la Tierra.
No es la primera vez que la comunidad astronómica muestra interés en este asteroide. OSIRIS-REx ha estado orbitando el cuerpo celeste y realizando estudios de reconocimiento de la superficie del mismo desde 2018, a fin de determinar su composición y la estructura. Ahora, de cara a la nueva misión, se han publicado seis documentos de investigación que examinan la historia y la composición del asteroide.
Uno de esos documentos, de Amy Simon, del Centro de vuelo espacial Goddard, encontró pruebas de la existencia de materiales orgánicos y portadores de carbono en toda la superficie de Bennu. Algo que los científicos explican como resultado de la libre circulación de agua por el cuerpo que creó el asteroide.
Esta es la primera detección confirmada de estos bloques de construcción de vida en un asteroide cercano a la Tierra, según el equipo que está detrás del estudio. Se trata de moléculas orgánicas y de minerales carbonatados, que crearon la vida en el planeta dando lugar, finalmente, a la aparición de la humanidad.
Para demostrar la presencia de carbono en los materiales, Simon y sus colegas utilizaron espectroscopia infrarroja. Estos primitivos bloques de construcción de la vida están particularmente concentrados en rocas individuales, explicó el equipo.
«La abundancia de material que contiene carbono es un gran triunfo científico para la misión. Ahora somos optimistas en que recogeremos y devolveremos una muestra con material orgánico, un objetivo central de la misión OSIRIS-REx», declara el investigador principal de la misión, Dante Lauretta, citado por Daily Mail.
Algunos de los carbonatos de los que encontraron pruebas sólo se forman a través de interacciones con el agua. Esto es evidencia de que Bennu fue una vez parte de un cuerpo parental más grande con un sistema hidrotérmico. Así, el asteroide nació de los escombros del cuerpo de sus padres y algunas de sus vetas minerales han sobrevivido intactas, como descubrió el equipo de la NASA.
«Por eso exploramos con naves espaciales. No esperábamos ver estas cosas, no podemos verlas desde la Tierra, y necesitábamos orbitar muy cerca del asteroide para poder verlas», dice Hannah Kaplan, también del Centro de vuelo espacial Goddard.
Los rayos cósmicos y los vientos solares han expuesto material fresco a la superficie en Bennu, y en una de esas zonas (en la región del cráter de Nightingale) es donde aterrizará precisamente OSIRIS-REx, ya que ese emplazamiento proporcionará una visión más limpia del sistema solar temprano y ayudará a la investigación.
Científicos de todo el mundo han participado en el estudio de los datos de Bennu, incluido el investigador de la Open University, Ben Rozitis. Este ha analizado los cambios de temperatura en la roca espacial y ha descubierto que algunas de las rocas son más débiles y más porosas que otras.
Rozitis dice que es poco probable que estas rocas porosas sobrevivan a la entrada en la atmósfera de la Tierra, ya que se calentarían y explotarían.
A partir de estos análisis, podemos comprender qué condiciones estuvieron presentes en la formación del sistema solar hace 4.500 millones de años, cómo evolucionó posteriormente, y también de dónde vinieron los compuestos orgánicos que ayudaron a iniciar la vida.