En 2021 fue lanzado rumbo al punto de Lagrange 1 el telescopio espacial James Webb, siendo este el más nuevo y poderoso observatorio de NASA y ESA. Dentro de sus objetivos está el de ser nuestros en el cielo y poder ver en gran resolución longitudes de onda del infrarrojo cercano y lejano. Además, de trabajar en conjunto con Hubble para estudiar el universo como nunca se ha podido. A partir de esta sinergia se ha detectado un nudo cósmico en el universo temprano.
Nuestra principal forma de ver el universo es a partir de detecciones de la luz que proviene de los distantes objetos, esta cuenta con una velocidad finita y que limita la transmisión de información en el universo. A su vez, debido a la expansión del universo, los fotones se ven afectados y pierden energía, esto conlleva a una longitud de onda más larga y un corrimiento hacia la zona infrarroja del espectro electromagnético. Es por lo que telescopios como el Hubble tienen un límite de cuán lejos pueden ver y se recurre a nuevos telescopios para detectar esas señales poco energéticas del universo lejano y, por ende, lejano.
En esta ocasión, James Webb detectó un cúmulo de galaxias en proceso de formación alrededor de un AGN; núcleo activo de galaxia, por sus siglas en inglés, “extremadamente rojo”. No obstante, fue descubierto originalmente por el telescopio Hubble y el observatorio Gemini-North, y los científicos creían que había una colisión en desarrollo con otro objeto que no lograban ver.
Grupos de astrónomos, cosmólogos y astrofísicos se encontraban expectantes a las nuevas observaciones que podría ofrecer James Webb, sin embargo, no esperaban tener tanta claridad en las detecciones que ha realizado. En el caso del cuásar SDSS J165202.64+172852.3 se creía había un único objeto, pero gracias al instrumento NIRSpec se encontró hasta tres galaxias interaccionando entre sí y formando un “nudo” cósmico, aunque puede haber más objetos.
Gracias a la sensibilidad intrínseca de NIRSpec y su capacidad de realizar espectrografía en el infrarrojo, creó un mapa de las velocidades del polvo cósmico y estrellas de las galaxias. Esto gracias a ciertos cambios en la longitud de onda dependiendo de si el material se acerca o aleja a nosotros. Las mediciones de oxígeno ionizado permiten entender la dinámica y el flujo en las cercanías al cuásar.
El cuásar es un espécimen raro y exótico, inclusive se le considera uno de los más grandes jamás detectados del universo temprano y existió hace cerca de 11.5 mil millones de años. Las observaciones pueden ayudar a entender mejor la formación de galaxias y dar pistas sobre el funcionamiento de la materia oscura, ya que para explicar lo visto se requiere de más masa de la visible.
Esta entrada fue modificada por última vez en 20/10/2022 21:40
Jefe de sección Cosmos. Especialista del programa lunar Apollo, mecánica celeste e impresión 3D. Universidad Nacional de Colombia.