Los Juegos Olímpicos son un evento donde los más grandes deportistas del mundo se reúnen en una para desafiarse a sí mismos y a otros competidores en gran cantidad de disciplinas. Normalmente entrenando hasta el cansancio para poder llevar sus capacidades al máximo y romper algún récord mundial, sin embargo, hay un límite para ello y son las condiciones terrestres. Por otro lado, la Luna nos ofrece una completa nueva gama de oportunidades que los astronautas de las misiones Apolo no desaprovecharon.
En la década de los 60 la NASA necesitaba encontrar formas de preparar a los astronautas para poder prepararse ante el cambio en la gravedad y los trajes espaciales que enfrentarían en la superficie lunar. Estos últimos debían de ofrecer protección térmica, resistencia frente a impactos de meteoritos y soporte vital, como es mantener una atmósfera respirable.
Los trajes espaciales contaban con una gran resistencia a muchas condiciones adversas que podrían encontrar, pero todo el equipamiento requerido implicaba que estos debían ser bastante pesados. Esto sin sumar las herramientas y muestras extras que recogerían a lo largo de las actividades extravehiculares. Pero, la Luna ofrecía una gran ventaja y es que cuenta con una aceleración de la gravedad de un sexto a la que experimentamos a diario.
Aunque se sabía que cargar todo el equipo iba a ser más fácil, no había una certeza real de cómo replicar estas condiciones en la Tierra. Y que este sea durante el tiempo suficiente como para estudiar el desempeño de los astronautas. Para esto se diseñó y construyó una estructura que los inclinaba hasta casi estar de lado, de tal forma que la aceleración que perciben hacia el suelo sea similar a la lunar.
En las planeaciones de las caminatas lunares existían gran cantidad de actividades científicas que debían de realizarse en el limitado tiempo que disponían. Una vez finalizadas y se disponían a cargar todo dentro del módulo lunar, algunos de ellos se tomaban un tiempo para hacer algo ajeno a la agenda oficial. Bien podría ser un homenaje a los astronautas caídos, recoger alguna piedra con una apariencia interesante, demostrar las teorías de Galileo o aprovechar las condiciones de la Luna para poner a prueba los nuevos límites del cuerpo humano.
Durante la misión Apolo 14, el astronauta Alan Shepard llevó en su equipamiento personal lo necesario para jugar Golf, una cabeza de hierro 6 junto a unas pelotas escondidas dentro de unas medias. Una vez finalizada la caminata lunar, acopló la cabeza a una herramienta que originalmente fue diseñada para recoger muestras del regolito.
A pesar de los campos especializados para golf en la Tierra, los astronautas en la Luna se encontrarían en una casi constante trampa de arena. Frente a la cámara que retransmitía imágenes en vivo a televidentes en todo el mundo, Alan se preparó para con una mano realizar el primer golpe. Tras haber fallado dos veces, debido a las limitaciones de movimiento por tener el traje espacial puesto, finalmente logró llevarla a un cráter cercano.
Al siguiente tiro, ya habiendo entendido mejor cómo maniobrar su brazo, llevó la pelota a gran distancia. Pronunciando en este momento la frase que quedaría en la historia “Millas y millas y millas”, aunque posteriores análisis demostrarían que alcanzaría menos de 40 metros. El jugar golf en la Luna resulta interesante dada la nula resistencia con el aire y la baja gravedad, que permite un mayor alcance que los posibles en la Tierra. También tratarían el lanzamiento de jabalina.
De forma similar, durante Apolo 16, durante un breve momento al final de la agenda y frente a las cámaras que mostraban imágenes en vivo desde la Luna, los astronautas Charles Duke y John Young querían hacer un homenaje a los Juegos Olímpicos que se realizarían ese mismo año en Múnich.
Usando parte de las herramientas buscaron replicar algunas de las actividades de los JJ. OO., una de ellas fue lanzamiento de jabalina con parte del equipamiento de recolección de muestras. Luego intentarían el lanzamiento de martillo, empleando una pequeña barra extraída de los experimentos de la superficie lunar.
El siguiente en vez de tratar lanzamientos era el de poner a prueba el cuerpo humano. Aprovechando la menor gravedad se deseaba poder romper un récord de salto, lo cual creían sería mucho más fácil gracias a estar bajo un sexto de la gravedad terrestre. Frente a la cámara, Charles Duke tomó un fuerte impulso para saltar tan alto como fue posible.
Durante su ascenso hasta alrededor de 1.2 metros de altura, él trató de poner recta su espalda. Esta maniobra lo desestabilizaría debido a la pesada maleta que cargaba con su traje espacial, llevándolo a caer sobre su espalda, arriesgando su vida al no estar preparado para resistir un golpe tan fuerte. Según ha comentado en diversas ocasiones el astronauta, aquel momento fue el más peligroso en su estadía lunar y sintió un verdadero pánico por morir en ese momento.
La maleta que ellos cargaban era donde se almacenaban gran cantidad de los sistemas de soporte vital, comunicaciones, entre otros. Dado todo el equipamiento que debían cargar y los suministros para poder mantener un correcto funcionamiento, esta llegaba a pesar casi lo mismo que el astronauta.
Cada 4 años; a menos que se dé algún evento a nivel global, se realizan los juegos Olímpicos. Muchas personas compiten entre sí al llevar al límite las capacidades humanas y cada vez es más difícil romper los récords. Por otro lado, la exploración lunar tripulada está tomando un nuevo inicio con el programa Artemisa y en futuras décadas se instalarían asentamientos para permanencias largas. Esto daría paso a una extensión de JJ. OO., donde la Luna y sus condiciones diferentes abran las puertas a toda una gama de nuevas disciplinas para poner a prueba a los mejores deportistas.
Esta entrada fue modificada por última vez en 02/04/2024 20:45
Jefe de sección Cosmos. Especialista del programa lunar Apollo, mecánica celeste e impresión 3D. Universidad Nacional de Colombia.