Durante siglos, la humanidad tuvo el sueño aparentemente inalcanzable de alcanzar la superficie lunar. No sería hasta mediados del siglo XX, gracias a una fuerte inversión en desarrollo e investigación, que el programa Apolo se convirtió en la primera y última vez que humanos explorarían la Luna. Pese a superar la gran mayoría de retos tecnológicos, sucumbió ante recortes súbitos de presupuesto, dejando atrás muchas preguntas sin responder.
Ganando la carrera espacial
En 1962, tras el discurso de John F. Kennedy en la Universidad de Rice en Texas, Estados Unidos inició la carrera por llevar a la primera persona a la superficie lunar. Si bien se habla de una competencia entre dos naciones, son pocas las personas que conocen la historia de la Unión Soviética y como sus esfuerzos no mostraron resultados.
Por otro lado, Estados Unidos logró llevar exitosamente a un total de doce hombres a caminar por la superficie lunar, hasta ser cancelada para dar paso al programa del Transbordador Espacial. Desde diciembre de 1972 ninguna tripulación ha superado los 700 kilómetros de altura. Al menos hasta que Artemisa II realice un sobrevuelo a la Luna.
N1: La Luna roja
La contraparte soviética del Saturno V era conocida como el N1, uno de los cohetes más poderosos de la historia. Contaba con 30 motores en su primera etapa y tenía el objetivo de llevar dos cosmonautas a órbita lunar, aunque solo uno de ellos descendería a la superficie.
Debido al escaso financiamiento y las altas exigencias, el cohete pudo realizar únicamente cuatro vuelos. En todas las ocasiones se perdería por completo el vehículo, e inclusive se destruiría gran parte de la plataforma de lanzamiento, generando más retrasos.
Los reiterados fracasos, así como problemas en la administración, llevaron a cancelación del programa. La Unión Soviética negó su existencia durante varios años, hasta su colapso en los noventa.
Apolo 17: saliendo de la zona de confort
Durante la planeación de la misión se propuso aprovechar uno de los últimos vuelos para sobrepasar los límites previos y aventurarse al enigmático lado oculto de la Luna. Varios miembros de la NASA sugerían explorar el cráter Tsiolkovsky. Sin embargo, era necesario un satélite de apoyo para permitir la comunicación entre la tripulación y el centro de control.
El congreso de Estados Unidos y el público general habían perdido interés en el programa lunar una vez ganada la carrera contra la Unión Soviética. Apolo 17 fue la última vez que personas caminaron por la Luna y no fue hasta 2019 que una nave no tripulada descendió en el lado oculto.
El fin del programa Apolo
La hoja de ruta de la NASA para lograr alcanzar la Luna implicaba la construcción de quince cohetes Saturno V. Serían empleados para misiones de prueba, el primer alunizaje y otros vuelos de mayor complejidad. Sin embargo, debido a la cancelación del programa Apolo tres de ellos tendrían un futuro diferente.
Posterior al éxito del Apolo 11 se trazó una hoja de ruta con misiones con mayor complejidad, tiempo de estadía y nuevos objetivos científicos. Mientras Apolo 12 fue planteada como alternativa en caso de fallar en el primer alunizaje, las misiones posteriores buscaban expandir la exploración lunar.
Dados los tempranos recortes de presupuesto, no se alcanzó a designar un lugar de alunizaje o una tripulación para cada una de ellas. Se proponía explorar los cráteres Copérnico o Tycho, o valles y colinas con distintas historias geológicas. También varios astronautas mantenían a flote la idea de llegar al lado oculto.
Con la cancelación del programa, grandes oportunidades de investigación científica se perdieron. El conocimiento actual de la Luna se basa en las muestras recuperadas en distintas misiones tripuladas y autónomas, así como mediciones por vehículos no tripulados.
De los cohetes Saturno V restantes, uno de ellos sería modificado para dar paso a la estación espacial Skylab. Los otros se encuentran en exposición en diferentes instituciones de Estados Unidos.
El camino para regresar a la Luna
Se suele desvincular a la ciencia de la política, sin embargo, estas deben coexistir y trabajar a la par. Las investigaciones requieren presupuesto y salvo contadas excepciones proviene del estado. La ciencia en todas sus formas y diferentes ramas han desarrollado tecnologías para facilitar y mejorar la calidad de vida de gran cantidad de personas. Se deben crear iniciativas que faciliten el acceso a los diferentes recursos, para expandir el conocimiento de la humanidad sobre su lugar en el cosmos.