La mayoría de las galaxias espirales, como nuestra Vía Láctea, tienen una gran estructura de estrellas en su centro, llamada barra. De sus finales parecen surgir los brazos espirales.
El conocimiento del verdadero tamaño de la barra y la velocidad de su rotación es crucial para entender cómo se forman y evolucionan las galaxias, y cómo forman barras similares en todo el Universo.
Sin embargo, el tamaño de la barra y la velocidad de rotación de nuestra galaxia han sido fuertemente disputados en los últimos años y provocaron la así llamada paradoja de la barra galáctica.
Los estudios de los movimientos de las estrellas cerca del Sol señalan una barra que es a la vez rápida y pequeña, mientras que las observaciones directas de la región central de la Galaxia concuerdan en una que es significativamente más lenta y más grande.
El nuevo estudio, realizado por un equipo internacional de científicos sugiere una solución a esta discrepancia.
Los científicos demostraron que tanto el tamaño de la barra como su velocidad de rotación fluctúan rápidamente en el tiempo, haciendo que la barra parezca hasta dos veces más larga y rote un 20% más rápido en ciertos momentos.
Las pulsaciones de la barra resultan de sus encuentros regulares con los brazos espirales galácticos. Una rotación completa del brazo espiral alrededor del centro de la Vía Láctea lleva unos 220 millones de años, mientras que la barra central solo necesita unos 60 millones de años.
A medida que la barra y el brazo espiral se acercan, su mutua atracción debido a la gravedad hace que la barra se ralentice y la espiral se acelere. Una vez conectadas, las dos estructuras se mueven como una sola y la barra parece mucho más larga y lenta de lo que realmente es. A medida que se separan, la barra se acelera mientras la espiral se ralentiza.
«La controversia de la barra galáctica encontrada en los estudios de observación puede ser resuelta simplemente si vivimos en un momento en el que la barra y los brazos espirales están conectados, dando la ilusión de una barra grande y lenta, mientras que el movimiento de las estrellas cerca del Sol está gobernado por el verdadero tamaño de la barra, mucho más pequeño», explicó Iván Minchev, uno de los autores del estudio.
A diferencia de otras galaxias, la barra de la Vía Láctea es difícil de observar directamente, debido a nuestra posición en el disco galáctico. Sin embargo, las observaciones recientes han confirmado que el brazo espiral interno de la galaxia está actualmente conectado a la barra.
El estudio se publicó en Monthly Notices of the Royal Astronomical Society.