Terraformar otros mundos: como podríamos hacerlo en este siglo

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De todo el sistema solar, la Tierra es el único lugar donde los humanos podemos sobrevivir sin mayores requerimientos externos. Las mayores limitantes, en comparación con otros cuerpos, es la ausencia de oxígeno, la alta radiación, las extremas temperaturas y el regolito corrosivo. Los primeros asentamientos serán en ambientes cerrados y no sostenibles. En la ciencia ficción se han planteado modificaciones a escalas planetarias, terraformar, para poder expandir nuestra a especie a estos mundos.

Recreación de cómo se vería la Luna en su totalidad de ser terraformada. Cuenta con el característicos color azul del agua y el cielo que vemos en la Tierra. Créditos: u/IsopodKid

Por dónde empezar

Los objetivos más fáciles de alcanzar son Venus y Marte. El primero de ellos es a gran escala similar a la Tierra, tanto en tamaño como en masa. Pero al observarlo más detenidamente encontramos un mundo con una densa atmósfera, que a su vez aplica un fuerte efecto invernadero que le convierte en el planeta más caliente del sistema solar. Mientras Marte es casi lo contrario, es considerablemente más pequeño y tiene muy poca atmósfera. Ambos carecen casi en su totalidad de un campo magnético y las temperaturas no son tolerables por humanos.

Recreación artística de cómo SpaceX cree serán los primeros asentamientos humanos permanentes en la Luna. Estos contarían con abastecimiento de la Tierra a través de naves Starship reutilizables.

Otras alternativas tentadoras, aunque mucho más complicadas de alcanzar y de crear rutas frecuentes de transporte, son las lunas galileanas.  Los satélites mayores de Júpiter son objetos considerablemente grandes, por ejemplo, Ganimedes alcanza a ser más grande que el planeta mercurio. En todos estos, a excepción de Ío, se han observado evidencias de océanos de agua líquida bajo una gruesa corteza.

Yendo un poco más lejos está el sistema de Saturno. La más interesante sin duda es Titán, la única luna conocida que cuente con una atmósfera, llegando incluso a ser más densa que la de la Tierra. No solamente esto, sino que cuenta con un ciclo completo del metano, contando con ríos y enormes depósitos de hidrocarburos. A su vez, Encelado, al igual que las lunas jovianas, muestra evidencia de agua líquida. Misma que sería el pilar de una civilización humana que se hospede en cualquiera de estos mundos.

A continuación, hablaremos sobre los dos primeros. Estos muestran una ventaja frente a los anteriores y es la gran masa. La cual implica una mayor aceleración de la gravedad y por ende un problema menos del cual preocuparse, dado que los huesos y músculos pueden verse afectados por la falta de esfuerzo a la cual están acostumbrados en la Tierra.

Preparando el terreno

Los cohetes con los que disponemos actualmente; y durante las próximas décadas, tienen una gran limitación sobre la cantidad de masa que pueden llevar. Todo el equipamiento necesario para llevar una colonia humana no podría ser llevado desde la Tierra. Para esto sería indispensable recurrir a la utilización de los recursos disponibles en los otros mundos.

A través de la minería se extraerían tanto metales necesarios para construir las máquinas, circuitos, cableado, antenas y estructuras necesarios para sostener una tripulación humana, como depósitos de agua congelada que se creen puede haber en la corteza del planeta rojo. El agua es un recurso muy interesante, dado que la descomposición de esta ofrece hidrogeno y oxígeno. El primero puede ser usado como una fuente de energía, mientras el segundo es directamente un recurso indispensable para vivir.

Muestra de una máquina de Von Neumann. Donde estas tienen la capacidad de replicarse.

En el último siglo, han surgido muchas alternativas interesantes respecto al cómo conseguir una transformación de un gran terreno en un lapso de una vida humana. Uno de los más interesantes es la conocida como máquina de von Neumann o máquinas autorreplicantes. La idea es sencilla, en vez de llevar una flota con cientos o miles de robots puede enviarse una docena de ellos que puedan replicarse.

Por ejemplo, en el proceso de minería y procesamiento del hierro, parte del producto final podría ser empleado para fabricar más robots mineros. En el inicio de las operaciones el rendimiento será bajo, pero al cabo de una generación se contaría con el doble de capacidad de trabajo. A la siguiente generación ya se contaría con el cuádruple, luego en un factor de 8, 16, 32, y así sucesivamente hasta poder realizar operaciones a escalas planetarias en el lapso razonable. De forma general cada vez se gastarían más recursos, pero la cantidad extraída sería mucho mayor.

Cocinando una atmósfera respirable

La NASA con su misión DART ha demostrado la posibilidad de alterar trayectorias de asteroides a través de un impacto a gran velocidad y una transferencia de energía cinética. También se han encontrado evidencias de cometas dormidos en el cinturón de asteroides, siendo estos ricos en hielo. A través de una serie de delicados impactos podríamos dirigirlos hacia el cuerpo que deseemos.

Gracias a los cometas podemos llevar agua a donde sea muy difícil extraerla del propio planeta o luna, o donde directamente no se encuentren depósitos de la misma. El propio calor generado del impacto del cometa puede descongelar los millones de toneladas de hielo. Es necesario calcular la trayectoria óptima para realizar esto, de forma que se cause el menor estrago posible a escala global, pero sea eficiente para lograr el cometido.

Además de suministrar con agua y vapor de agua una atmósfera, es necesario limpiar las trazas de otros gases que puedan ser tóxicos para un humano. Similar a los robots mineros con la producción en masa, se pueden hacer a su vez máquinas que repliquen a los árboles. Estos tendrían la capacidad de aprovechar reacciones químicas y limpiar el aire. Los residuos de estos procesos podrían ser igualmente aprovechados.

Receración artistica de como se vería Venus de haber sido terraformado. En este se retrata el movimiento de las nubes según los datos actuales conocidos de flujos de aire en el planeta.

El experimento MOXIE a bordo de Perseverance ha demostrado que es posible convertir el CO₂ de Marte en O2. Pero liberando CO que es inclusive más tóxico que el CO₂. Sería necesario descomponer el monóxido de carbono en oxígeno y carbono, siendo este último aprovechable para otros fines. Así mismo se podría aplicar en Venus para limpiar la densa atmósfera. En la Luna se podría usar el agua de los cometas para descomponerla en O2.

Creando un nuevo hogar

El sueño de poder expandir a la humanidad más allá del cielo no es nada nuevo. Gracias a las misiones de exploración de los otros planetas y lunas se ha creado unas bases de conocimientos de las problemáticas que deben ser corregidas para convertirlos en habitables. Sin embargo, todo esto sigue siendo un reto no realizable en la actualidad. Mientras tanto, debemos enfocar nuestros esfuerzos y recursos por cuidar la Tierra, y salvar el único verdadero hogar que tiene y tendrá la humanidad por un largo tiempo.