El “sonido” cósmico de la fusión de agujeros negros confirma que Einstein y Hawking tenían razón
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La fusión de dos agujeros negros captada a comienzos de este año ha proporcionado evidencia sólida de las predicciones de Albert Einstein y Stephen Hawking, abriendo nuevas ventanas para comprender cómo se conectan la física cuántica y la relatividad general. El hallazgo, publicado en Physical Review Letters por la colaboración LIGO–Virgo–KAGRA, representa una de las observaciones más completas y precisas de este tipo de fenómenos.
Cuando dos agujeros negros chocan y se funden, generan ondas gravitacionales que distorsionan el espacio-tiempo, propagándose como un eco cósmico por todo el universo. Estas ondas fueron detectadas por primera vez hace una década y hoy constituyen una herramienta fundamental para estudiar la naturaleza de los objetos más extremos del cosmos.
La señal registrada este año, bautizada GW250114, fue tan precisa que los científicos pudieron seguir el proceso completo: desde la colisión inicial hasta las reverberaciones finales, cuando el nuevo agujero negro alcanzó la estabilidad. El resultado: un objeto con una masa equivalente a 63 soles y una rotación de 100 veces por segundo.
“Diez milisegundos parecen nada, pero nuestros instrumentos actuales nos permiten analizar en detalle el sonido final de un agujero negro”, explicó el astrofísico Maximiliano Isi, del Instituto Flatiron, en declaraciones recogidas por la Fundación Simons.
El análisis ha permitido verificar la conjetura de Roy Kerr (1963), que sostenía que los agujeros negros podían describirse únicamente por dos parámetros: masa y espín. Los datos muestran que, en efecto, el nuevo agujero negro cumple esa descripción minimalista.
Al mismo tiempo, la observación también confirma una de las predicciones más célebres de Hawking, formulada en 1971: el horizonte de sucesos nunca puede disminuir de tamaño. La superficie del nuevo agujero negro resultante es mayor que la suma de las superficies originales, reforzando así la conexión con la segunda ley de la termodinámica, donde la entropía (el desorden) no disminuye en un sistema cerrado.
“El hecho de que el horizonte de sucesos se comporte como la entropía tiene implicaciones muy profundas, porque muestra que la relatividad general ya contiene información sobre la naturaleza cuántica de estos objetos”, subraya Isi.
El estudio demuestra que la fusión de agujeros negros es un espectáculo astronómico y un laboratorio natural para explorar la estructura más íntima del universo. Hasta hace poco, muchas de estas ideas eran mera especulación matemática, pero ahora las observaciones permiten comprobarlas con datos concretos.
La precisión de los detectores como LIGO (EE. UU.), Virgo (Italia) y KAGRA (Japón) ha sido clave para este avance. Estos observatorios han pasado de registrar las primeras ondas gravitacionales a distinguir las propiedades exactas de cada colisión, lo que permite obtener un “retrato acústico” de los agujeros negros.
En palabras de Isi: “Estamos en condiciones de ver en acción estos procesos increíbles, lo que subraya el enorme progreso logrado y el que aún queda por alcanzar”.
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