Cazatrofeos: por qué algunas personas matan animales por deporte
Geoff Beattie, Edge Hill University¿Alguna vez ha sentido deseos de perseguir y matar a un elefante? Probablemente no, pero hay personas que se relamen solo de pensarlo.
Hace poco se celebró en Las Vegas la mayor convención mundial de caza de trofeos (trophy hunting) organizada por el Safari Club International, un influyente lobby de caza estadounidense. Los asistentes pujaron en una subasta para lograr una plaza en un viaje organizado para cazar osos polares, aunque una parte de los fondos iba destinada a financiar los planes del Gobierno británico para prohibir la caza de trofeos.
Las nuevas leyes que pretende aprobar el Reino Unido serán de las más duras del mundo, ya que prohíben la importación de trofeos de animales muertos. Y no solo de los animales más codiciados, los cinco grandes (leones, leopardos, elefantes, rinocerontes y búfalos); también se aplicarán a otras 7 000 especies amenazadas o en peligro de extinción.
Los cazadores de trofeos pagan grandes cantidades de dinero (muchas veces decenas de miles de dólares) para viajar por todo el mundo cazando animales salvajes. ¿Quién puede olvidar la muerte del león Cecil en Zimbabue en 2015? Su caza, que duró varias horas, se hizo con arco y flechas; y, tras ser abatido, el león fue desollado y decapitado por un dentista de Minnesota que era un gran aficionado a la caza.
Muchos sentimos un gran desconcierto sobre los motivos que hacen que haya hombres (aunque también algunas mujeres) que sientan deseos de matar de esta forma. ¿Es posible que la psicología nos aporte alguna luz sobre qué hay detrás de la motivación de cazar?
Quizá sea por el propio logro
Los propios cazadores argumentan que abatir grandes piezas es algo que forma parte de nuestro pasado evolutivo, y que por tanto lo tenemos grabado en nuestro ADN.
Pero las investigaciones antropológicas revelan que cazar grandes presas proporciona una gran cantidad de comida de una sola vez, lo que no supondría necesariamente un gran beneficio más allá del momento concreto de la caza.
Hay un estudio que ofrece una explicación evolutiva diferente. Se trata de la “teoría del señalamiento complejo” (costly signalling theory), y se refiere a que dar muerte a una presa suponía un despliegue muy visible de destreza y valor, lo que en los grupos ancestrales de cazadores era indicativo de buena forma física y podía suponer, por tanto, una ventaja sexual (es decir, la habilidad para cazar funcionaría de forma similar a las plumas de un pavo real).
De este modo, ¿podría considerarse que la caza de trofeos es el equivalente moderno de esta práctica ancestral?
Con el fin de lograr un conocimiento más completo de las motivaciones psicológicas de los cazadores de trofeos, se analizaron 455 historias de caza procedentes de foros de cazadores en Internet. Se seleccionaron concretamente 2 864 expresiones lingüísticas para identificar las razones que llevaban a los cazadores a estar tan satisfechos tras matar a sus presas.
Descubrieron que la palabra “logro” (achievement) era la más repetida. Le seguían “valoración” (appreciation), pronunciada en relación con los animales que cazaban (en este sentido también usaban mucho la palabra “amor”) y “pertenencia” (affiliation), el sentirse parte de una comunidad de cazadores, con el consecuente fortalecimiento de los vínculos sociales.
Otro estudio analizó la comunicación no verbal de los cazadores, especialmente el tipo de sonrisa que estos muestran en redes sociales cuando posan junto a sus presas muertas. Los autores de este estudio descubrieron que estas sonrisas de “verdadero placer” eran significativamente más habituales cuando los cazadores abatían animales carnívoros que cuando mataban herbívoros, y también cuando su presa era grande en vez de pequeña. La conclusión que se destacaba en el estudio era la importancia del sentimiento de logro interno en la caza de trofeos.
Pero esta sería una conclusión demasiado limitada.
Esas sonrisas no son meras señales naturales de placer. Se trata más bien de despliegues sociales (exagerados por las publicaciones en redes) que implican tanto al cazador como a la presa, y que suponen una demostración de poder, de capacidad de dominación y de control. Tal y como señalaba la teoría del señalamiento complejo, el animal es un mero instrumento dentro de un fenómeno que realmente trata sobre los cazadores; el animal es un símbolo del estatus y buena forma física del cazador, que lo guarda todo en una foto. Una foto, por su parte, que reconstruye el recuerdo de la propia experiencia de caza.
La triada oscura
Y es aquí donde la psicología puede empezar a arrojar alguna luz sobre cuál es la motivación que lleva a una persona a convertirse en cazador.
Se ha sugerido la relación que tienen en este proceso el narcisismo, el maquiavelismo y la psicopatía (no clínica), denominadas en su conjunto la “triada oscura” de los componentes de la personalidad.
Los narcisistas tienen un altísimo concepto de sí mismos y ansían atención positiva. Para mantener este altísimo nivel de autoestima tienen que poner en práctica estrategias para mantener y desarrollar su propia imagen, como por ejemplo posar junto a un león al que acaban de matar. Las personas maquiavélicas a menudo ejercen la manipulación sobre ciertas situaciones sociales, como por ejemplo manejar con gran habilidad sus imágenes en redes, mientras que los psicópatas tienden a ser crueles y a no mostrar empatía; simplemente no experimentan el mismo nivel de emoción en relación con el sufrimiento de otros, ya sean estos humanos o animales. De este modo, los animales pueden suponer para ellos instrumentos para mantener inconscientemente su propia imagen de superioridad, sin ningún sentimiento de culpa.
En un estudio sobre los nexos entre estos elementos de la triada oscura y las actitudes hacia los animales los investigadores descubrieron que los comportamientos de crueldad hacia las presas suponen un indicador de comportamiento antisocial violento. También descubrieron que las actitudes menos positivas hacia los animales están relacionadas con niveles más altos de los tres componentes de la triada, y que los niveles de psicopatía más altos estaban relacionados con comportamientos concretos, como por ejemplo “haber matado de forma intencionada a un animal callejero o a un animal salvaje” o “haber herido o torturado de forma intencionada a un animal con el objetivo de burlarse de él o provocarle dolor”.
Esta investigación no estaba enfocada exclusivamente a las personas que practican la caza de trofeos, y que sus conclusiones se puedan aplicar o no a estos cazadores depende de la visión que uno tenga de dicha actividad. Si uno asume que esta práctica exige una actitud poco positiva hacia los animales y que se trata de un acto de crueldad animal socialmente tolerado, en ese caso podría considerarse que los resultados son relevantes. Parece plausible que la falta de empatía y cierto grado de insensibilidad podrían favorecer la inclinación a esta práctica. En este sentido, las fotos en redes sociales servirían para satisfacer las pulsiones narcisistas de estas personas.
En mi opinión, la psicología bien podría darnos las claves para entender la caza de trofeos y explicaría también por qué dicha práctica está en auge en esta era narcisista en la que vivimos. Comprender la motivación de un cazador es importante, y no solo porque esto pueda hacer que desarrollemos mejores leyes y prácticas en relación con la gestión de la vida salvaje. También podría revelarnos, en último término, qué habría que hacer para combatir este tipo de caza.
Geoff Beattie, Professor of Psychology, Edge Hill University
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.