En un estudio publicado en noviembre de 2019, mis colegas y yo demostramos que los lémures de collar dependen de la cobertura del hábitat para sobrevivir. Investigamos los impedimentos naturales y causados por el hombre que impiden que los lémures se extiendan a lo largo de su área de distribución, y rastreamos el movimiento de sus genes a medida que se desplazan entre hábitats y se reproducen. Este movimiento, conocido como flujo genético, es importante para mantener la variabilidad genética dentro de las poblaciones, lo que permite a los lémures adaptarse a sus entornos siempre cambiantes.
Sobre la base de este análisis, analizamos qué variables del paisaje -incluidos los ríos, la elevación, las carreteras, la calidad del hábitat y la densidad de población humana- explicaban mejor el flujo genético en los lémures de collar. Descubrimos que la actividad humana era el mejor predictor de la estructura de la población de lémures de collar y del flujo genético. La deforestación junto a las comunidades humanas fue la barrera más significativa.
En conjunto, estas y otras líneas de evidencia muestran que la deforestación representa una amenaza inminente para la conservación en Madagascar. Según nuestras proyecciones, la pérdida de hábitat es una amenaza más inmediata para los lémures que el cambio climático, al menos en el futuro inmediato.