El científico que descubrió por primera vez que las abejas duermen fue Walter Kaiser. Observó que las abejas descansan inclinando la cabeza hacia el suelo, bajando sus antenas y apoyando sus alas en el cuerpo.
Las abejas a menudo se encuentran durmiendo sobre las flores, pero se alejan zumbando tan pronto como encuentran alguna perturbación. Esto hace que se eliminen las características de la inmovilidad y la postura relajada. Las investigaciones han demostrado que mientras duermen, la temperatura corporal de las abejas disminuye y se necesita una luz más brillante para despertarlas que la intensidad de la luz a la que normalmente responderían.
Este tipo de comportamiento se asemeja a nuestros propios hábitos de sueño. Sin embargo, a diferencia de los humanos, no todas las abejas ilustran un ritmo circadiano. La variación se introduce dependiendo del papel de la abeja en la colmena. Sólo las más viejas, formalmente conocidas como abejas Forager, tienden a dormir por la noche. Mientras que una abeja obrera, conocida como Callow, puede tomar siestas efímeras abruptas e irregulares durante todo el día. Carecen de un patrón fijo.