Este escenario refuerza una de las teorías de formación planetaria más aceptadas, que sugiere que los mundos rocosos se forman en las partes internas de sus sistemas solares, mientras que los mundos acuáticos se forman en las regiones más externas y después migran hacia el interior con el tiempo.
“La distribución de tamaños y densidades de exoplanetas es una consecuencia directa de su formación a diferentes distancias de la estrella y no de la presencia o no de una atmósfera”, comenta Pallé.
Un análisis conjunto novedoso
De la misma manera que la observación de la población de toda una ciudad puede revelar tendencias que son difíciles de ver a nivel individual, el estudio de una población de planetas ha ayudado a los científicos a identificar patrones hasta ahora desconocidos.
“Debido a los errores en masa y radio de nuestras medidas, uno de estos planetas (que suelen tener un tamaño entre el de la Tierra y Neptuno), de forma individual, puede a veces encajar en diferentes categorías (terrestre, water worlds, etc.), según el modelo. Es cuando observamos una población de planetas, como hacemos aquí, cuando se pueden resolver los patrones de composición distinta”, explica Luque.
Según los autores, los próximos pasos a dar son entender la estructura interna de los mundos acuáticos, es decir, dónde se almacena el agua, y si estos planetas pueden albergar una pequeña atmósfera de vapor de agua supercrítica detectable.