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Los orígenes de este cohete se remontan a principios de los años 90 cuando EE.UU. dejó de proporcionar cohetes scout para una plataforma de lanzamiento que Italia tenía frente a la costa de Kenia. Esto forzó a Italia a buscar soluciones.
La opción elegida fue empezar a desarrollar un cohete nacional basado en los motores Zefiro.
Posteriormente la ESA lanzó un programa en busca de cubrir un rango más bajo de capacidad de carga y debido a los problemas financieros que arrastraban al programa, Avio presentó candidatura. Debido a lo avanzado del proyecto en aquel entonces y a las sólidas bases del proyecto y la confianza en la empresa se alzaron como ganadores del programa sin mayores inconvenientes.
La elección de esta empresa cuando el programa era aún italiano no es casual. Esta empresa fabrica los cohetes aceleradores de combustible sólido del Ariane 5. Esto garantizaba un producto de calidad y ahorro de costes al compartir componentes como la primera etapa.
Finalmente el primer Vega despego en 2012 con la siguiente configuración de cuatro etapas:
En julio de 2019 en Arianespace ya se sabía de la necesidad de actualizar el Vega para no quedarse atrás con el resto de la competencia privada. Sin embargo podían presumir de algo raro en estos días, un registro impoluto de lanzamientos. Sin embargo esto se trunco durante la misión VV15 cuando una anomalía en la segunda etapa llevo a la perdida del cohete y la carga poco después.
La comisión de investigación posterior dedujo que un fallo termo estructural en la sección frontal del Zefiro 23 era la causa mas probable del siniestro.
Esto ha facilitado la aparición de más competencia como el Nuri, un cohete del que ya hemos hablado.
En septiembre de 2020 después de la pandemia y de supuestamente arreglar los problemas del cohete la decimo sexta misión de este lanzador completó una misión exitosa.
Y en noviembre se produjo la décimo séptima misión de este lanzador, esta resultó en fracaso total.
Las cargas eran dos satélites. El Ingenio, un satélite español de reconocimiento óptico de importantes capacidades que venía a complementar a Paz. Este otro orbitador español también es de observación pero con un radar de apertura sintética no óptica. Y el segundo era uno francés dedicado a investigación atmosférica/climatológica.
El nuevo Vega C hereda el principio de su predecesor de emplear los aceleradores de combustible sólido del principal cohete europeo del momento, el Ariane 6.
No es lo único que hereda, mantiene las cuatro etapas, tres sólidas de Avio y una cuarta liquida de Yuzhnoye.
La continuidad de esta familia de lanzadores está sobre el papel garantizada durante algunos años gracias al apoyo institucional. Su futuro es probable que permanezca ligado a la continuidad o no del Space Rider, una nave espacial autónoma que está desarrollando la ESA ahora mismo.
La versión aún más potente del Vega llamada Vega E, cuyo debut está previsto para 2026 es bastante probable que vea la luz. Pero todo esto depende de como se comporte el mercado de lanzadores europeos en los próximos años.
Al amparo del éxito de SpaceX y del crecimiento en la demanda de lanzadores pequeños es probable que veamos un cambio de mentalidad de las instituciones parecido al que ha habido en EEUU. Donde actualmente aparecen nuevas compañías aeroespaciales dispuestas a llevar cargas al espacio cada año.
Un ejemplo de empresa que hará difícil su supervivencia a esta familia será PLD space. Esta empresa española aspira a lanzar al espacio este mismo año su primer cohete y actualmente se encuentran inmersos en la prueba final del mismo.