La decisión de no incluir un separador de llama (traducción de flame diverter) se remonta a hace casi tres años. En el tweet se lee exactamente la causa del problema del jueves. Elon Musk anunciaba la decisión y apuntaba a que esto podría ser un grave error. Esto es lo que nunca hay que hacer cuando se realicen pruebas peligrosas, y miles de toneladas de materiales muy inflamables lo son. Por si fuera poco, tras la explosión en vuelo él mismo dijo que ya estaban trabajando en una solución. Según su opinión, hubiera podido salvar la nave, pero no parece ser muy cierto.
Esta hubiera sido una plancha de acero refrigerada con una capa de agua. A priori, la idea no es mala, es cierto que el agua hubiera frenado las ondas de choque supersónicas que literalmente destruyeron varios motores en el lugar del lanzamiento. Además, la plancha de acero hubiera disipado el calor de los motores a una alta velocidad, el problema es que estos problemas son mutuamente excluyentes.
El agua se verá evaporada en décimas de segundo tras el encendido de los motores y la plancha de acero sufrirá un destino peor que el cemento que recubría los cimientos de la plataforma de lanzamiento.
Probar un sistema al 50% o menos nunca ha sido una prueba de validación para ningún ingeniero. El problema es que Musk no lo es, y pese a ello ha declarado, varias veces, ser el ingeniero jefe del desarrollo de la Starship.
Para más inri, la zona donde realizan las pruebas, Boca Chica, está en plena línea de costa. No hay mejor solución a los problemas presentados por el cohete en el lanzamiento que este. Como bien demuestra la NASA en el del SLS, pero también SpaceX en los Falcon 9 y Heavy, el agua es el mayor aliado a la hora de parar las ondas de choque.