Desde que tenemos registro, la humanidad se ha dedicado a observar la Luna, bien sea por su llamativo brillo o para estudiarla con gran detalle a través de telescopios, revelando detalles que no se pueden resolver a simple vista. De igual forma, si la miramos día a día se revela un fenómeno interesante, siempre nos muestra casi la misma cara.
La Luna: un satélite natural
Antes de entender el porqué de este curioso fenómeno, hay que conocer mejor la historia de la Luna. No existe una verdad absoluta que nos permita conocer exactamente el cómo o cuando se formó, sin embargo, gracias al análisis de cientos de muestras de rocas lunares recolectadas por sondas no tripuladas y las seis misiones tripuladas del programa Apolo de Estados Unidos, se propone que el material que dio paso a la Luna provenía de la Tierra.
Hace miles de millones un protoplaneta de tamaño semejante al de Marte; llamado Theia, pudo haber impactado contra la Tierra en su era primitiva. Como resultado de aquel impacto; o serie de impactos, millones de toneladas de material de la corteza habrían salido eyectados al espacio y bajo mutua interacción gravitacional se habrían unido en un nuevo cuerpo que permaneció orbitando la Tierra.
Con el pasar del tiempo, aquel aglutinamiento de masa eyectada fue tomando forma esférica gracias a tener suficiente masa, además de efectos por la rotación inicial que obtuvo desde su formación. También su órbita fue moldeada lentamente por la interacción gravitacional entre la Tierra, el Sol y los demás planetas. Mientras se circularizaba su trayectoria, esta fue alejándose lentamente de nuestro planeta, alcanzando la posición que observamos actualmente.
Acoplamiento de marea
Junto a las fuerzas que moldearon la órbita de la Luna, y mientras todavía no terminaba de enfriarse, la Tierra estaba modificando la estructura interna de la Luna, provocando una que una cara de la Luna tuviera una densidad ligeramente mayor a la opuesta. De paso, aquella cara servía como un mecanismo para modificar la velocidad de rotación de nuestro satélite.
Tras millones de años, aquellas pequeñas modificaciones en el periodo de rotación forzaron a la Luna a dar una vuelta completa sobre sí misma en el mismo tiempo que daba una traslación alrededor de la Tierra, este fenómeno es conocido como acoplamiento de marea. Gracias a esta resonancia uno a uno, la Luna siempre está mostrando la misma cara hacia la Tierra.
Para muchas personas resulta increíble la “coincidencia” que existe entre el periodo de traslación y rotación de la Luna, sin embargo, este fenómeno de acoplamiento de marea resulta ser algo increíblemente común en todo el universo. Diecinueve de las lunas más grandes; lo suficiente para que sean esféricas, se encuentran acopladas de mareas a su planeta huésped. Gracias a la interacción gravitacional, esta peculiar curiosidad del movimiento de la Luna hemos podido entender mejor la dinámica de muchos objetos en el universo entero.