8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Se celebra desde que en 1975 lo declarara la ONU, pero cabe preguntarse si hay razones para la celebración. Por ejemplo, ¿cuántas presidentas de Gobierno ha habido en España desde que se aprobó la constitución de 1978? ¡Entre cero y ninguna! Quizá haya más razones para la reivindicación que para la celebración. Pero hablemos de ciencia.
Es posible que haya quien se pregunte “¿quién?” Pues es Marie Curie. Sí, ella. En muchos países, entre ellos la Francia donde desempeñó su labor científica, la mujer adopta el apellido del marido. A veces eso las invisibiliza.
Pero, ¿sabemos más de ciencia y mujer?
Por 25 pesetas (como se decía en el famoso concurso televisivo Un, dos, tres): ¿mujeres que han ganado el premio Nobel en alguna de las tres áreas de ciencia como Marie Curie?
Respuestas: Marie Curie, (silencio), (silencio).
Hagamos memoria, ganaríamos más de 25 pesetas (0,15 euros) si recordáramos alguna más. Podríamos ganar hasta 500 pesetas (3 eurillos), ya que 20 mujeres han ganado ese premio en Química, Física o Fisiología/Medicina. Nada comparable con las 14 850 pesetas (casi 90 euros) que podríamos ganar si se hubiese preguntado por los 594 hombres galardonados.
Le gustan los concursos ¿verdad? Siga leyendo y jugando.
Este es un concurso más actual. Él es el presentador, ella (Mireia Agramunt) la azafata. ¿Actual? Pues poco ha cambiado con respecto al viejo “Un, dos, tres” donde, al menos, Mayra Gómez Kemp y Miriam Díaz Aroca fueron sus conductoras.
Pregunta del presentador:
Neurocientífica italiana galardonada con el Nobel en Medicina en 1986.
R _ _ A L _ _I-M O _ T _ L C _ _ I
¿Se ha caído por la trampilla? Era RitA LevI-MonTaLCinI, galardonada por su contribución al descubrimiento de los factores de crecimiento.
Convencida de que mujeres y hombres eran iguales en derechos, Rita añadió a su nombre el apellido de la familia de su madre, Montalcini, ya de mayor. Librepensadora, desobedeció a su padre, quien quiso que “se casara y fuera buena esposa y madre”. Nunca lo hizo. Decidió, en su lugar, estudiar. Fue una de las 7 estudiantes en una Facultad de Medicina con 300 hombres.
Rita no lo tuvo fácil en su labor científica, le tocó vivir en la Italia fascista siendo judía, así que muchos de sus descubrimientos fueron en un laboratorio clandestino que montó en su casa. La adversidad hizo de ella una gran científica y mejor persona.
Podríamos seguir citando a las otras 18 galardonadas con el Nobel. Sin embargo, quizá sea justo mencionar también a algunas de las científicas que se lo merecieron y no lo ganaron. Para ellas existe otro famoso concurso televisivo.
Uno de los casos más famosos por su trascendencia es el de Rosalind Franklin y su famosa foto 51 que sirviera para descubrir la estructura del ADN. Y de paso que otros ganaran el Nobel. Si bien es verdad que murió antes de 1962, año en el que se concedió el premio, resulta sorprendente que los galardonados ni la mencionaran en sus discursos de aceptación.
La historia del ADN es poco igualitaria. A Esther Lederberg le ocurrió algo parecido. Concedieron el Nobel a su marido en 1958 (por su contribución a la recombinación genética y la organización del material genético de las bacterias) y él ni siquiera la mencionó en su discurso.
Nacida como Esther Zimmer, es la primera persona en aislar el fago lambda, un virus de ADN. Introdujo un concepto básico en virología: la lisogenia. En el transcurso de esas investigaciones, desarrolló una técnica esencial en microbiología conocida como “replica plating”. Ni siquiera se le suele atribuir ese mérito. No es de extrañar que se hable de la “invisible Esther”.
La historia de Lise Meitner está a caballo entre la de Rita y la de Esther. Por una parte, le tocó investigar en la Alemania nazi siendo judía, por lo que fue despedida de su trabajo. Por otra parte, descubridora de la fisión nuclear, no fue considerada merecedora del Nobel en 1944, otorgado a su colega de trabajo, aún habiendo sido nominada.
La historia de Lise está íntimamente ligada a la de Ida Tacke-Noddack. Fue la primera persona en sugerir la existencia de la fisión nuclear, fue la descubridora del renio y estuvo nominada tres veces al Nobel. Nunca fue galardonada, pero fue muchas veces olvidada.
No se puede, ni se debe, terminar esta visibilización de científicas hablando de concursos televisivos. Sería demasiado frívolo para un tema tan importante. Tampoco destacando únicamente aspectos negativos. La labor de la mujer en la ciencia siempre ha sido en positivo. No hay que irse lejos: en España tenemos grandes ejemplos.
Así, rehagamos la pregunta del principio, ¿quién dirige actualmente la mayor institución científica de España, el CSIC? Rosa Menéndez López, química que investiga la optimización de los procesos de conversión del carbón.
La respuesta a quién dirige el mejor centro europeo de investigación del cáncer, el CNIO, también se escribe con M de mujer. María Blasco Marhuenda, líder de un grupo de investigación en telómeros. Ha demostrado la importancia de estas estructuras en el cáncer y en el envejecimiento.
Si hablamos de la persona que ha hecho ingresar más de 6 millones de euros al CSIC, esa es Margarita Salas Falgueras, recientemente fallecida. Además, describió un proceso esencial, la direccionalidad en la lectura de los genes.
Y podemos hablar de científicas menos conocidas pero que han roto barreras. Como Isabel Fernández Delgado, la primera matemática española invitada a dar una conferencia en el Congreso Internacional de Matemáticos. Investiga en el campo del análisis geométrico para entender, por ejemplo, por qué una pompa de jabón es una esfera hueca.
Y tampoco pueden faltar Mercedes García-Arenal Rodríguez, Susana Marcos Celestino y Ángela Nieto Toledano, quienes han recibido los premios nacionales de investigación (año 2019) en Humanidades, Ingeniería y Biología respectivamente.
Un deseo final. Algún 8M cercano habrá más razones para la celebración que para la reivindicación. Mientras tanto, habrá que seguir reivindicando en la calle.
Eduardo Villalobo Polo, Profesor Titular de Universidad en el Departamento de Microbiología, Universidad de Sevilla
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
Esta entrada fue modificada por última vez en 29/04/2021 14:20
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