La nueva misión Dragonfly de la NASA da pasos hacía su lanzamiento. Su destino es la única luna del Sistema Solar con una atmósfera densa, cuatro veces más que la de la Tierra, Titán, en órbita de Saturno. La sonda está destinada a estudiar complejos orgánicos, pilares de la vida.
Una de las misiones más arriesgadas de la NASA, y los 105 minutos de terror
Explorar un mundo tan grande como Titán presenta muchos retos, el frío, la distancia, lo poco que conocemos de él. Todo eso llamaba a soluciones poco ortodoxas, lo cual siempre implica más riesgos, y esta ocasión no es distinta. De hecho, es incluso probable que la misión acabe en un fracaso absoluto y sin recopilar ningún dato de valor. Y eso es por la forma en que el dron se despliega, literalmente en una caída libre.
Parte de la base del descenso de los últimos rovers marcianos con escudos térmicos delante y detrás y un descenso en paracaídas para frenar la caída. Pero los drones marcianos pueden escoger donde aterrizar gracias al amplio conocimiento que se tiene del planeta. Sin embargo, de Titán no se tienen mapas de alta resolución, y si se intenta el aterrizaje directamente, Dragonfly podría acabar en un lago de metano, una de las peculiaridades de la gigantesca luna de Saturno.
Así que la estrategia de entrada consiste en soltarse del paracaídas en el descenso y encender sus ocho rotores. Una vez estabilizado en vuelo, descender hasta poder observar con suficiente resolución la superficie debajo suyo. Gracias a algoritmos desarrollados para los rovers marcianos, que sin tanto control realizan una aproximación similar con los retrocohetes de la grúa aérea encontraría un terreno sólido, libre de rocas y plano en el que posarse suavemente.
Diferentes ordenes de magnitud
En total, 105 minutos de precipicio hacia un desconocido mundo, la mayoría frenándose con un paracaídas de deceleración. A 4 km de altitud, se abriría el principal y a 1500 metros sobre la superficie Dragonfly se liberaría para descender con sus propios motores. En cambio, el descenso de los Mars Science Laboratory (Curiosity y Perseverance) solo dura 8 minutos, con aproximadamente el mismo tiempo de retraso en las comunicaciones. Sin embargo, a Saturno el tiempo que tardan en llegar es diez veces ese, hasta los 85 minutos.
Un dron de ocho palas alimentado por pilas nucleares
Uno de los problemas a los que se enfrentó Huygens la primera vez que la humanidad se adentró en Titán fue la capacidad de generar electricidad. Pese a disponer de un pequeño panel solar, este era insuficiente para alimentar a la pequeña sonda. Y aunque se ha popularizado el envió de paneles solares a los más remotos rincones del Sistema Solar, dentro de la atmósfera de Titán, es imposible. Sus nubes de hidrocarburos, añadidas a la enorme distancia al Sol, hace necesaria una fuente de energía alternativa.
Las opciones en estos casos son muy limitadas, y realmente solo una se ha probado y usado con éxito. Los radio generadores de isótopos, también llamados pilas nucleares por como funcionan. Dentro del contenedor se introduce una pequeña cantidad de material radioactivo. Dragonfly llevará menos de 5 kilos de plutonio-238, aunque se ha estudiado en profundidad usar otros elementos e isótopos, como el americio-241.
Gracias a su desintegración se libera energía, sobre todo térmica, muy útil en misiones al espacio profundo donde las temperaturas descienden mucho, por debajo de lo tolerado por la electrónica. Pero una parte de esta se convierte también en electricidad, que se almacena en baterías para permitir el vuelo de Dragonfly, las comunicaciones o el uso de los aparatos científicos de los que dispone el dron.
La misión Dragonfly está aún a diez años por lo menos de aterrizar en Titán, sin embargo, es la primera vez que un dron de este tamaño se empleará en una misión espacial. 500 kilogramos sobrevolarán la luna dando saltos de hasta 8 kilómetros cada uno buscando nuevos lugares donde aterrizar, hacer ciencia con cinco instrumentos, de los cuales solo una suite de cámaras funcionará durante el vuelo.