Arianespace y la ESA están al completo en la Guayana Francesa estos días con la vista clavada en la plataforma ELA-4. El futuro de la cohetería del viejo continente está a 24 horas de su lanzamiento, al cual llega tarde, muchos años tarde. Tanto que ha dejado cargas de importancia estratégica en manos estadounidenses, mayormente en los Falcon de SpaceX. El cabreo que rodea a este nuevo lanzador es inmenso en casi todos los grupos de trabajo, sin embargo, el Ariane 6 está por fin ante su primer vuelo.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
A la historia han pasado las palabras de un vicepresidente de Arianespace diciendo que la reutilización de SpaceX no tenía sentido ni era rentable. Desde entonces, la cuota de mercado de la empresa se ha reducido al mercado cautivo que tienen con las cargas institucionales europeas. Casi ningún lanzamiento en los últimos años ha sido de empresas privadas y la cosa prometía empeorar aún más para el neonato Ariane 6.
Sabiendo cómo pensaban aquellos que diseñaban el nuevo cohete no es difícil acertar que no dispone de ningún sistema de reutilización. Tampoco existen planes para incorporarla más adelante como tiene el Vulcan de United Launch Alliance.
Qué esperar del vuelo
Lo primero que se debe esperar de cualquier vuelo inaugural, es su fracaso. En tiempos recientes únicamente el Vulcan ha tenido un lanzamiento impecable. Lo que es aún más meritorio si cabe pues su destino era la Luna, un vuelo complejo, en comparación al relativamente sencillo que enfrenta el Ariane 6, primero una órbita elíptica de bajo apogeo y luego circularización.
Si logra llegar a órbita transporta un número notable de pequeñas cargas, destacan dos cápsulas de reentrada. Están presentes debido a que las nuevas normativas europeas obligan al desorbitado de las etapas superiores de cohetes. Un método con el que se empieza a combatir la problemática basura espacial.
El Ariane 6 es un cohete de dos etapas y media. Con dos o cuatro cohetes aceleradores en función de su versión y con dos etapas de hidrolox. Su diseño recuerda enormemente por ello al del Ariane 5, aunque se ha estilizado.
Lo que no se ha estilizado, o no de forma suficiente es el enorme coste de estos cohetes europeos. SI el Ariane 5 costaba 200 millones de euros, el Ariane 64 pasa ahora a 106. El problema aparece en las comparaciones, pues sigue siendo más caro que sus contrapartidas estadounidenses y japonesas.
Y donde la factura ha aumentado es en la escala inferior, porque el Ariane 62 sustituye al Soyuz ST, la versión para Arianespace del venerable cohete ruso. Sus lanzamientos se detuvieron abruptamente en 2022 a raíz de la invasión de Ucrania pero cubrieron ese hueco de cargas durante una década.