A la hora de manipular el hidrógeno líquido existen dos grandes problemas.
El primero de todos es el calor. Debido al extremadamente bajo punto de ebullición del hidrógeno. -253ºC. Es imposible mantener temperaturas a esos niveles o inferiores. Y los depósitos del SLS no son una excepción.
Además de este problema existe también el del diámetro molecular. Debido a que el átomo de hidrógeno esta formado exclusivamente por un protón, un neutrón y electrón. Pese a que la molécula sea la unión de dos átomos no ayuda a paliar este problema.
Es simplemente muy pequeño. Y tiende a filtrarse. Si encima como aparentemente ha sucedido en esta ocasión existía una fuga el problema pasa a ser dramático.
Para empezar, si la concentración supera el 4% de hidrógeno en el aire, este se vuelve inflamable. Es decir, literalmente el cielo se prende fuego. Con otro de los muchos problemas de este elemento, las llamas de hidrógeno son invisibles a simple vista.
Por eso cuando se detectaban concentraciones de mas del 3,5% de hidrógeno en alguno de los contadores de la torre se frenaba el repostaje para evitar accidentes.
Los problemas en las líneas de suministro de hidrógeno provocaron graves retrasos. Estos empujaron al limite de la ventana de lanzamiento la hora de despegue.