Un negocio peligroso: dos fracasos en el lanzamiento de cohetes abren el año

Credito a Glenn beltz en Flickr

Estamos en un inicio de año trágico para la exploración espacial. De los 6 lanzamientos que ha habido, 2 fracasaron. Especialmente está siendo nefasto para las empresas estadounidenses que han protagonizado ambos fallos.

El primero más sorprendente se trató del sexto lanzamiento del Launcher One, producido por Virgin Orbit. Mientras que ayer se le unió el más entendible del RS1 manufacturado por la empresa ABL space systems. 

Un lanzamiento anterior del launcher One de Virgin orbit. Fuente: Virgin Orbit

Los fallos de estos últimos días responden a causas diferentes. Sin entrar en muchos detalles, el fallo de Virgin orbit se produjo cuando una de las mitades de la cofia no se separó del cohete. Mientras que el RS1 apenás había salido de la plataforma de lanzamiento cuando sus motores se apagaron y acabó estrellándose contra esta.

En total, una docena de satélites perdidos, así como algo más de 25 millones de dólares en los cohetes en sí mismos hechos trizas. Desde luego no es un principio de año halagüeño.

Aunque cabe destacar que el RS1 era un fallo muy esperable. Las empresas que se aventuran a lanzar cohetes parecen todas condenadas a un lanzamiento inaugural fracasado. La historia se remonta a los albores del new space, cuando SpaceX lanzó su primer Falcon 1. Corría el año 2006, en aquel momento Elon Musk estaba loco. Era imposible lo que se proponía, una compañía privada nunca podría llegar al espacio, menos aún a órbita, ¿hacerlo rentable? Motivo de mofa en toda la industria.

Y durante tres infructuosos intentos parecían llevar razón, pero, SpaceX sorprendió a propios y extraños con un cuarto que finalizó exitosamente. El resto es poco menos que historia, y aún así, cuando llego el momento de lanzar el Falcon heavy la compañía se esperaba un fracaso. Llegar al espacio es increíblemente difícil aún con la microelectronica actual. No por ello en el mundo anglosajón existe el dicho «It’s not rocket science» que significa, literalmente, no es ciencia de cohetes, en referencia a que algo no es muy complicado.

Por lo que sabemos, imágenes de instantes antes de la explosión del RS1.

Pero no solo ha sido SpaceX la que ha fracasado en su intento inicial de llegar a órbita. Su inmediato competidor, Rocket Lab tuvo que autodestruir su cohete por un problema en las comunicaciones. Lo más doloroso es que el fallo estaba en el segmento de tierra y no en el propio cohete, hasta aquel momento todo iba bien en el vuelo.

La siguiente en intentarlo terminó con su cohete en el océano, que apenas logró una ignición exitosa, tras lo cual una línea de combustible falló. Y el motor debido a la falta de oxígeno líquido se apagó. Y ese fue el corto primer vuelo de Virgin Orbit.

Tras Virgin Orbit la siguiente en intentarlo fue Astra, esta decepcionante compañía llegaba pisando fuerte. Sus expectativas se han desplomado como su valor en bolsa, lo que afecta notablemente a la viabilidad de una compañía que fue la niña bonita de cuantas empresas salieron en bolsa relacionadas con el espacio. En la actualidad esta empresa se enfrenta a una más que probable desaparición, una vez su huida hacia adelante con un nuevo cohete finalice en fracaso.

Tras Astra, llegaron aún más compañías, la inmediata continuación fue Firefly Aerospace. Esta compañía alinea un hijo bastardo del programa espacial ucraniano en Estados Unidos, una combinación ciertamente extraña. Con la mirada puesta en la Luna y un cohete aún más grande. Tras dos fracasos (uno parcial, los satélites quedaron en una órbita demasiado baja), el alivio a esta compañía llegó con Northrop Grumman y la invasión de Ucrania. Necesitando esta empresa una nueva primera etapa para su cohete Antares y fijándose en el cohete Beta de Firefly para ella.

Y aquí llegamos a la última en unirse a esta sorprendentemente larga lista de empresas espaciales que no han logrado un primer vuelo exitoso. Cada una presentó problemas diferentes y únicos, y aprendieron de ellos para volver a intentar ir al espacio.

Tras estas empresas llegarán otras, la más inminente, Relativity Space, una empresa con posibilidades de romper la maldición. Aun así, en un mundo tan supersticioso como el aeroespacial, es difícil predecir el futuro.

Aun así, siempre hay un damnificado que acaba peor y más perjudicado cuando un cohete falla. Y esos son los operadores de satélites, si bien que un cohete explote no es un buen negocio para el fabricante de este. Pero y aunque sea poco conocido, si el cohete falla, no se devuelve el coste del lanzamiento. Es habitual que las empresas ofrezcan algún tipo de devolución en forma de lanzar otro de características similares o el sustituto que se construya a coste cero. Pero hay también ocasiones donde esto no ocurre y en cualquier caso, nadie devuelve el coste de construir el satélite.

Aunque existe el mundo de los seguros para satélites. Un fascinante mundo que incluye pólizas para cualquier tipo de causa, cada una con sus precios, por supuesto. Pero, lo que no puede devolver ni el seguro ni nadie es el tiempo de volver a poner un satélite en lo alto de un cohete rumbo a órbita. Estos plazos pueden superar los dos años por la actual demanda de lanzadores.