El accidente
En mitad de la penumbra, sin apenas haber descansado, Scott y Bonington iniciaron un descenso que tenía algo de desesperado. Nada más iniciar el primer rápel, Scott patinó en el hielo, penduló hacia un lado y fue a estrellarse contra las rocas. Enseguida supo que la cosa era grave.
En cuanto intentó ponerse de pie, sus dos tobillos crujieron terriblemente y volvió a caer al suelo. Bonington le alcanzó justo a tiempo de escuchar el sonido y ver cómo ambas piernas se le doblaban. Los dos hombres se miraron asustados. “No te preocupes, todavía estás muy lejos de la muerte”, fue todo lo que alcanzó a decir Bonington, sin mucha convicción.
No tenía ninguna duda de que iba a bajar, es sólo que tampoco tenía ninguna idea de cómo iba a hacerlo.