“Podemos utilizar la cantidad de diversidad que observamos en esta población y cómo se reparte entre los individuos y entre las poblaciones para reconstruir su historia. En este caso, vimos que la población estaba aislada y era distinta a la de otros osos, y además había sido pequeña durante varios cientos de años como mínimo”, recalca Shapiro.
En futuros estudios, esperan poder relacionar las diferencias genéticas fijas de este grupo, que lo distinguen de otros, con las adaptaciones funcionales a su entorno único.
“A mi modo de ver, esta es la parte más importante del trabajo. Hay una población de osos polares no descrita anteriormente, que no se mezcla con otras poblaciones y que es genéticamente distinta, tiene una conducta diferente y algunos parámetros biológicos también distintos”, enfatiza Ugarte.
Lo que todavía desconocen es si las diferencias con otras poblaciones son a causa de los genes o de patrones culturales aprendidos. “Habrá que hacer más estudios, pero sospecho que lo que los osos polares aprenden de sus madres y de su propia experiencia tiene un papel muy importante en cómo se adaptan a diferentes circunstancias”, continúa.
Los investigadores creen que parte de la razón por la que la población está tan aislada es que están rodeados: por los afilados picos montañosos y la enorme capa de hielo de Groenlandia al oeste, por las aguas abiertas del estrecho de Dinamarca al este y por la rápida corriente costera de Groenlandia oriental, que supone un peligro en alta mar.