Con unas condiciones climáticas extremas, temperaturas por debajo de los -50 grados, raciones de comida muy insuficientes y epidemias de escorbuto y disentería, la mortalidad de los prisioneros era del 30% durante el primer año, y casi del 100% a los dos años. A falta de datos, es casi imposible conocer el número exacto de fallecidos, pero las estimaciones varían entre 130.000 y 500.000 muertos.
Lo que propiciaba otro problema: en esa región hace tanto frío que hasta los cadáveres que se entierran en los cementerios, debido a los ciclos de descongelación del suelo, acostumbran a emerger de la tierra, como si de una película de zombies se tratara. Para evitar este problema, los soldados que custodiaban a los trabajadores optaban por lanzar los cuerpos bajo los cimientos de la carretera a medida que esta iba avanzando (cuenta la leyenda uno cada metro de la carretera).
Así pues, si circulas por esa carretera, estás circulando por un campo santo de 2000 kms de longitud. Tras la caída de la URSS, la carretera se convirtió en un atractivo destino para turistas occidentales, fue transitada, por primera vez, por un equipo británico, en 1995.
Es una ruta que, por raro que parezca se aconseja hacer en invierno, ya que esto permitirá cruzar y circular por los ríos helados, y no por el barrizal en el que se convierte, la carretera, en verano.
Que maravilla espero impaciente el siguiente capítulo