La última erupción en el sistema volcánico Krysuvik, del que forma parte Fagradalsfjall,
se remonta al siglo XII. En cuanto a la intensa actividad sísmica en el país, se debe a su ubicación geográfica, y es que Islandia se sitúa a lo largo de la denominada dorsal mesoatlántica, o el límite entre las placas tectónicas euroasiática y norteamericana. El desplazamiento de estas placas es en parte responsable de los terremotos.