Actualmente, el sistema comprendido por Júpiter, sus lunas y anillos, es explorado únicamente por una sonda, Juno. La nave de la NASA lleva en órbita joviana más de siete años, retornado increíbles imágenes en gran detalle de las nubes, auroras y tormentas en el planeta, así como una nueva perspectiva de los satélites principales desde la era dorada de la sonda Galileo. El 30 de diciembre realizó su mayor acercamiento hasta la fecha a Ío, mostrando como nunca la región del polo norte.
Danza gravitacional
El intenso campo gravitacional de Júpiter limita las maniobras orbitales que pueden realizar las sondas. También, cuenta con enormes bandas de radiación similares a los cinturones de Van Allen de la Tierra, suponiendo una amenaza para los dispositivos electrónicos. Por estas razones, Juno se encuentra en una órbita elíptica de 38 días con una cierta inclinación para pasar por regiones de baja radiación, permitiéndole dos extensiones en su misión. Además, posee un escudo de un centímetro de grosor de titanio.
A lo largo del último año, Juno ha realizado varios sobrevuelos a la luna Ío, ubicándose en una órbita en resonancia. Es decir, por cada dos vueltas de la sonda, el satélite completa 43 alrededor del planeta.
Por primera vez en más de veinte años, el 30 de diciembre, Juno realizó un acercamiento a Ío de aproximadamente 1500 kilómetros. El evento, además de ofrecer una maravillosa oportunidad para extraer gran cantidad de ciencia sobre el volcánico mundo, sirve como una asistencia gravitacional que reduce el periodo orbital de la sonda de 38 a 35 días.
El próximo 3 de febrero se espera un sobrevuelo similar, pero reduciendo el periodo orbital de 35 a 33 días. La maniobra fue calculada y ajustada para permitir otros siete acercamientos a Ío, aunque cada vez más lejos.
Un mundo singular
Ío es un mundo fascinante, siendo el cuerpo de todo el sistema solar que presenta mayor actividad volcánica, contando posiblemente con un océano interno de magma. Además, es la más cercana a Júpiter de las lunas galileanas.
A lo largo de la historia, gracias a poderosos observatorios terrestres, espaciales y sondas, se han observado numerosas erupciones volcánicas. Impulsadas por una intensa fuerza de marea de la gigantesca gravedad de Júpiter, son las responsables de crear una cambiante superficie. La cual cuenta con una característica tonalidad amarilla, asociada a la presencia de azufre.
El último sobrevuelo ofreció la mejor fotografía hasta la fecha de la región septentrional de la luna. Donde en su mejor momento permitió capturar detalles de hasta 1.5 kilómetros por píxel.
JunoCam, un instrumento dedicado a tomar fotografías en el óptico, JIRAM, una cámara infrarroja y La Unidad de Referencia Estelar capturaron datos de Ío durante el sobrevuelo, tratando de recolectar tanta información como sea posible.
Todos los datos recolectados buscan permitir conocer mejor sobre la frecuencia, intensidad y naturaleza de las distintas erupciones volcánicas, así como inferir el comportamiento en su interior. Además, JunoCam está mostrando fuertes afectaciones por la intensa radiación, mostrando un deterioro en sus capacidades. Los ingenieros trabajan en soluciones para compensar estos efectos.