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Actualmente, la humanidad se encuentra en una nueva carrera espacial por conquistar la Luna. Esta vez no solo están compitiendo dos superpotencias, sino que un gran número de países buscan aportar y participar. Se tiene el objetivo de llegar al polo sur lunar para estudiar, extraer y en un futuro aprovechar el hielo escondido en los cráteres en perpetua oscuridad. Sin embargo, lograr aterrizar en la Luna es una tarea increíblemente complicada con una tasa de éxito sorpresivamente baja.
Alcanzar la superficie intacto es bastante más complicado de lo que se suele pensar. A diferencia de Marte o la Tierra, la Luna no cuenta con una atmósfera. Por lo tanto, es necesario el uso de retropropulsores para reducir toda la velocidad y hacerlo al ritmo adecuado para aterrizar suavemente.
La nave debe contar con la capacidad de saber con precisión su ubicación respecto a la Luna y buscar un lugar idóneo para alunizar. Por ejemplo, evitar grandes pendientes, cráteres o terrenos llenos de grandes rocas.
Mientras Japón, Rusia, India e Israel han fracasado en sus intentos de alunizaje en la última década, China ha logrado completar sus misiones lunares casi a la perfección. Llevando a la superficie los alunizadores Chang’e 3 y 4; con sus respectivos rovers Yutu y Yutu-2, y Chang’e 5 al ir y volver de la Luna con muestras de regolito.
Chang’e 3 fue una demostración tecnológica y primer intento de alunizaje. Al descender con éxito convirtió a China en la tercera nación en lograr tal hazaña y envió un fuerte mensaje al mundo sobre el nuevo participante de la naciente carrera espacial. Chang’e 4 era una misión de reserva a su predecesor, pero como se consiguió al primer intento optaron por un perfil de misión más complejo.
Chang’e 4 consiguió por primera vez en la historia intentar y completar exitosamente un aterrizaje en el lado oculto de la Luna. Junto con el módulo de descenso iba el rover Yutu-2, que sería también el primer rover en transitar por esta inexplorada región.
Chang’e 5, por otro lado, fue la primera de dos sondas que buscan traer muestras del regolito lunar a la Tierra. Esto no se había logrado desde 1976 por la sonda soviética Luna 24. Se espera Chang’e 6, gemela de su predecesora, consiga llevar a la Tierra algunos kilogramos de material del lado oculto de la Luna.
China, al igual que EE. UU. y la URSS en la era de la primera carrera espacial, está dedicando grandes esfuerzos y recursos por conseguir los objetivos de su programa lunar. El espacio es un entorno increíblemente hostil, desde dosis variables de radiación hasta enormes cambios y gradientes de temperatura. Es necesario una fuerte inversión en la investigación y desarrollo de nuevos materiales y tecnología capaces de resistir condiciones adversas.
Generalmente, se piensa en la exploración espacial como producto del amor por el conocimiento y el deseo de saber qué hay más allá de la atmósfera. Sin embargo, resulta ser una herramienta política para demostrar el poder industrial y tecnológico de una nación. Por esto mismo el gobierno de Xi Jinping ha gastado miles de millones de dólares en perfeccionar las maniobras, equipos e instrumentos necesarios para aumentar al máximo las posibilidades de completar la misión.
Un claro ejemplo de esto fue la competencia entre el cohete estadounidense Saturno V y el fallido cohete soviético N1. Mientras el primero contaba con un extenso e intensivo programa de pruebas para conocer las capacidades y límites de cada componente, el segundo solo tenía la posibilidad de ver el desempeño de todo el complejo en vuelo por la falta de presupuesto. De forma similar, varias iniciativas privadas o gubernamentales carecen de los recursos para desarrollar la tecnología necesaria para llegar a la Luna.
La principal razón por la cual únicamente hace más de cincuenta años se logró llevar a doce personas a caminar sobre la superficie lunar tiene más que ver con intereses políticos que por desafíos tecnológicos. El presupuesto de la NASA fue enfocado en otros proyectos como exploración del sistema solar y el desarrollo del Transbordador Espacial. Hace pocos años el congreso de Estados Unidos retomó como principal objetivo el regreso a la Luna, y con ello destinar los recursos necesarios para lograrlo y evitar quedar detrás de China.