Hace 31 años se tomaron unas imágenes que proporcionaron una visión única de la Tierra y ayudaron a poner de manifiesto la fragilidad de nuestra existencia y la importancia de nuestra responsabilidad.
El 14 de febrero de 1990, cuando la nave planetaria Voyager 1 superó la órbita de Plutón, echó un último vistazo a la Tierra. Tres exposiciones, cada una con un filtro diferente, mostraban una Tierra muy pequeña y tenue.
Las imágenes se almacenaron a bordo, en una grabadora, pero debido a las misiones planetarias en liza, los datos tardaron en llegar a la Tierra hasta mayo de 1990.
A pesar de que la Voyager 1 se encontraba a más de 6.000 millones de kilómetros de la Tierra, las tres exposiciones sólo duraron entre 0,48 y 0,72 segundos. Pero los datos tardaron cinco horas y media, viajando a la velocidad de la luz, en recorrer la distancia entre la nave y la Tierra.
Un «selfie» de la Tierra
Se combinaron tres imágenes (por separado en luz azul, verde y violeta) para producir la ya famosa imagen del Punto Azul Pálido, el «selfie» de la Tierra de Voyager 1.
Es una imagen que contiene toda la Tierra y, sin embargo, la NASA dice que la Tierra era una media luna en ese momento y que sólo tenía un tamaño de 0,12 de un píxel.
La Tierra tiene un aspecto azul debido a la luz reflejada que se dispersa en los océanos, las nubes y la tierra. La débil banda de luz en la que parece estar suspendida no es un filamento celeste, sino un artefacto de la luz solar dispersa.
El Punto Azul Pálido forma parte de un sorprendente panorama «familiar» del sistema solar, una idea que se le ocurrió al famoso astrónomo estadounidense Carl Sagan, miembro del equipo de imágenes de las Voyager, muchos años antes de 1990.
A pesar de que nuestro planeta es tan pequeño, la imagen tiene una cualidad extrañamente mágica en la que por primera vez podemos empezar a apreciar nuestro lugar, no sólo en el sistema solar mucho más grande, sino en la galaxia en la que residimos, que es parte de nuestro universo.
El punto de la Tierra no se distingue de los demás en el gran retrato del sistema solar.
Sin embargo, por supuesto que es especial. Por un lado, en 1977 lanzamos una nave espacial llamada Voyager 1 desde ese punto.
Sagan tituló su libro de 1994 Pale Blue Dot: A Vision of the Human Future in Space (Punto azul pálido: una visión del futuro humano en el espacio), y en él decía:
Nuestras posturas, nuestra supuesta importancia, la ilusión de que tenemos una posición privilegiada en el universo, son desafiadas por este punto de luz pálida.