Reza el refrán más vale tarde que nunca y hoy le hacemos honor en esta sección. Cosa que le recomendariamos encarecidamente a Roscosmos hacer en sus próximas desventuras más allá de la órbita terrestre. El aterrizador lunar ruso Luna 25 se estrelló contra la superficie de nuestro satélite el pasado 19 de agosto. Pasado un día desde los primeros rumores, dudosos, se confirmó oficialmente la noticia a través del Telegram de la agencia.
Que el programa espacial de Rusia se cae a pedazos es algo que se ha tratado extensamente en esta web con anterioridad. De hecho, hay semanas completas que giran alrededor de la desintegración de la capacidad técnica de la principal heredera de la Unión Soviética. Pero como dicen los anglicanos, first things first, las primeras cosas primero.
Aterrizar en la Luna es increíblemente complicado, pero realmente nadie, o casi nadie dentro del mundillo espacial creía que sería posible que Luna 25 lo lograse. De hecho, si Luna 25 hubiera llegado a iniciar las maniobras de aterrizaje, habríamos considerado poco menos que un éxito la misión. Sin embargo, ni siquiera llegaron a ese mínimo listón aceptable y por tanto es el momento de ir con la saña que reservamos a los errores flagrantes a por Roscosmos.
Y lo decimos con tono de burla: Luna 25 es la misión rusa que más lejos llegó desde la caída del telón de acero.
A ver quien tapa ese agujero
El cráter que ha dejado Luna 25 en nuestro satélite no es precisamente en lo que pensamos con esa frase. Sin embargo, la alegoría es maravillosa.
Rusia debe enfrentar ahora la decepción de haber fracaso, pero no es solo eso, también había un muy importante componente de prestigio. Que la India lograse el mismo objetivo que aspiraba Rusia apenas una semana después levantó muchas ampollas. Mientras que Narendra Modi, primer ministro de la India exacerbó su ultra nacionalismo con el éxito de Chandrayaan 3, Putin calló. Y calló, porque evidentemente, un fracaso en el espacio en un momento en que Rusia más necesita prestigio técnico dado el desempeño nefasto de su aparato militar. Sin su prestigio militar, ni su prestigio espacial, la larga sombra que proyectaba la Unión Soviética sobre su sucesora se va desvaneciendo y lo que queda detrás no es muy meritorio.
Pero aparte del agujero negro que es la reputación actual de Rusia, incluso entre sus aliados, hay otro más relacionado con el espacio, el presupuesto. Es fácil, en una autocracia si no cumples con lo que el caudillo de turno quiere, pierdes su favor. Y está claro que Roscosmos no ha cumplido.
Además, cabe destacar que la agencia espacial, igual que el complejo de defensa, fue empleado por sus diferentes administradores para saquear al estado. Ojo, con el beneplacito del saqueador supremo, Vladimir Putin. Esto no será ahora posible con una reducción significativa de los fondos. Esto no ha sido anunciado, pero en nuestra opinión, creemos que no tardará. Igual que no tardó en iniciarse una purga entre los expertos encargados de la misión.
Lamentablemente el programa espacial ruso se avecina a un abismo. Es algo que se sabe desde hace muchos años, cerca ya de la década. Pero viendo los resultados finales de los programas de aquel entonces cabe la duda de sí no estuvo perdido siempre. Después de Luna 25 no hay nada serio en el panorama, salvo quizá Luna 26, pero existe un riesgo importante de cancelación. Y no aprenderán y seguirán su doctrina de humo, mentiras y diapositivas.