Era una imagen muy simpática. Un mono con un implante cerebral de Neuralink jugando al Pong con su mente. Llamativo, novedoso, un avance tecnológico de gran nivel que escondía una negra realidad de maltrato animal y connotaciones éticas más que cuestionables.
De nuevo una empresa de Elon Musk, el multimillonario propietario de Tesla, SpaceX y su nueva joya de la corona, Twitter, traza una línea muy delgada en cuanto a buena praxis y cumplimento de unos estándares mínimos de obligatorio cumplimiento.
Esta semana saltaba la noticia. En seis meses, la compañía, que se atribuye la especialización en neurotecnología, podría comenzar los ensayos clínicos en humanos con la implantación de un chip cerebral. Según fuentes de la empresa, Neuralink tiene el objetivo de crear un dispositivo capaz de curar enfermedades causadas por desórdenes neurológicos. Se trata de un pequeño dispositivo y una serie de cables y electrodos que, mediante una abertura en el cráneo, se implantan en el cerebro para conectar la mente a un ordenador y asistir en algunas enfermedades. De acuerdo con el dueño de Twitter, en Neuralink están seguros de que la tecnología está lista para los seres humanos, así que solo esperan la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés), ante la cual ya han cumplido con el papeleo necesario. En 2021, hicieron público un video en el que veíamos a un mono llamado Pager mientras jugaba el famoso videojuego Pong de Atari. El animal llevaba implantados seis chips. En ese entonces, el Comité de Médicos por una Medicina Responsable denunció que de los 23 macacos involucrados en las pruebas, al menos 15 murieron o fueron sacrificados por la compañía.
Sufrimiento extremo
Entendiendo que la experimentación animal es en ocasiones necesaria para el avance científico. Dejando a un lado ese debate, al que podemos volver en otra ocasión, ya que por sí mismo tiene un peso muy importante. No estamos poniendo sobre la mesa que hayan tenido que morir 15 monos en pro de la ciencia. Hablamos de prácticas salvajes en las que se sometió a los animales a un «sufrimiento extremo».
Y no son palabras que añadamos nosotros sin más. Vienen abaladas por un informe de más de 700 páginas presentado ante el Departamento de Agricultura de EE.UU. por el Comité de Médicos para la Medicina Responsable de ese país.
En él podemos leer como los monos y cerdos utilizados en los experimentos fueron sometidos a un «sufrimiento extremo como resultado del cuidado inadecuado de los animales y los implantes de cabeza experimentales altamente invasivos utilizados durante los experimentos».
Envenenamientos, lesiones y traumas por golpes y caídas, muertes por calor extremo. Una serie de horripilantes acciones fuera de toda ética contra un ser vivo y entornos de trabajo poco seguros. Prefiriendo no entrar en más detalles debido a la crueldad manifiesta os remitimos al informe bien documentado que está en estudio en las oficinas del Departamento de Agricultura.
Y todo esto a quién beneficia
Neuralink, según Elon Musk, tiene el objetivo final de implantar estos procesadores en personas con discapacidad de tal modo que les permita volver a caminar, recuperar la visión. Incluso hemos escuchado desde la empresa que se proponen controlar los temblores causados por el Parkinson.
Parece un ejercicio de ciencia al servicio del ciudadano. Algo loable, pero entre medias nos encontramos una realidad como poco aterradora y un empresario que ha demostrado con creces sus cuanto menos cuestionables prácticas empresariales.
En pleno siglo XXI no es tolerable ni se pueden consentir estas prácticas. No todo vale en pro de la ciencia, aunque también permitidnos poner esto en duda, no todo vale en pro del ego empresarial y el crecimiento económico personal o corporativo. Es intolerable. Estaremos atentos a la resolución por parte de las autoridades, en las que por otro lado, tenemos pocas esperanzas, dado las laxas medidas de protección animal que existen en Estados Unidos.