La humanidad evolucionó durante millones de años para adaptarse a la vida en la Tierra. Aprendiendo patrones en lo que le rodea para poder sobrevivir. Sin embargo, el sentido común y muchas de las cosas que se toman por hecho pierden, de cierta manera, valides en el entorno lunar. A partir de esto, numerosas personas han mostrado desconcierto frente a los miles de fotografías e imágenes conseguidas por sondas o las misiones Apolo. Una de las mayores preguntas es la ausencia de estrellas en el oscuro cielo.
Escribiendo con luz
La Tierra cuenta con una atmósfera compuesta principalmente por nitrógeno y oxígeno. Estos gases son los responsables de difractar la luz solar y otorgarle su característica tonalidad azulada. Además, supone ciertos problemas al estudiar el universo en algunas longitudes de onda. Por otro lado, en la Luna se está en un vacío prácticamente perfecto, mostrando un cielo oscuro y una excelente oportunidad para observar estrellas, nebulosas y galaxias con la menor contaminación posible.
Además, al explorar la superficie y tomar fotografías el brillo del Sol reflejado en el suelo lunar y el estrecho rango dinámico de las cámaras, se hace muy difícil observar las estrellas. Similar a intentar realizar astrofotografía desde el interior de un estadio completamente iluminado. Aunque se tenga claridad en el cielo, las tenues estrellas serán opacadas por el intenso brillo de los reflectores.
El primer telescopio interplanetario
La Luna ofrece una increíble oportunidad de efectuar observaciones astronómicas. Por esto, en la misión Apolo 16 la NASA decidió enviar un telescopio para estudiar estrellas, nebulosas, el viento solar y la Tierra en longitudes de onda del ultravioleta lejano. Este contaba además con una cámara para registrar en película las imágenes capturadas durante la estadía en la superficie para ser recuperadas y analizadas en los laboratorios.
Con un peso de 22 kilogramos, el telescopio contaba con una cámara y un espectrógrafo. En el primer caso, lograba observar entre los 105 a 126 y 120 a 155 micrómetros, mientras el segundo lo hacía entre los 300 y 1350 ángstroms. Fue desplegado en la sombra del módulo lunar para eliminar el brillo del Sol. Era manualmente apuntado por John Young y los objetivos fueron determinados con semanas de antelación. En 1972 se convirtió en la primera estación de observación astronómica esencialmente interplanetaria.
Redescubriendo la Tierra
Uno de los objetivos más interesantes era poder estudiar el planeta en el ultravioleta lejano. Algo que hasta la fecha no se había logrado desde tal distancia. Se consiguieron increíbles imágenes de la geocorona, la ionosfera, auroras y el brillo atmosférico.
Las capas más externas de la atmósfera terrestre son la geocorona, compuesta por hidrógeno neutro, y la ionosfera, correspondiente a los gases ionizados por la radiación solar.
Estrellas desde la Luna
Un total de 178 fotogramas fueron extraídos durante la tercera y última caminata espacial. En total se buscaron 11 objetivos, entre ellos nebulosas, cúmulos de estrellas y la Gran Nube de Magallanes. Todas las imágenes fueron digitalizadas y se pueden encontrar en su estado original en el archivo WikiArchives.Space.
Una versión similar modificada del telescopio sería usada en la estación espacial Skylab, con el propósito de continuar observaciones del viento solar y cometas.