Los drones no son una tecnología tan moderna como se pueda creer, ya en la Segunda Guerra Mundial se usaban aparatos radiocontrolados. Aunque es innegable el avance que han tenido sobre todo en su proliferación en la última década y el cambio que han supuesto en el mundo militar. Los vídeos que salen desde el Nagorno Karabaj, Ucrania o Siria son alarmantes. Sin embargo, el pánico que se desata en Estados Unidos por luces en el cielo debe ser equiparado al del fenómeno OVNI.
Derribar, pero derribar ¿qué?
Mucho se están oyendo los llamados a derribar todas las luces del cielo. Pero así es como funciona el miedo, sin analizar la información ni razonar si ese es el mejor modus operandi. Desde que se desató la histeria, helicópteros, aviones comerciales, Venus e incluso estrellas del cinturón de Orion han sido confundidos con aparatos voladores no tripulados. Y ese es el problema de que observadores aficionados, ajenos a la compleja realidad del cielo nocturno tengan un altavoz mediático sin filtro. Sin embargo, el periodismo brilla por su ausencia en una innumerable cantidad de ellos.
¿Qué hay detrás de la paranoia con los drones?
Pues hay que ser realistas, la mayoría de casos serán niños usando sus juguetes, o imprudentes volando donde pueden acabar en una prisión por una larga temporada. Y eso solo los que de verdad sean drones. De los más de cinco mil reportes que recibió la Agencia Federal de Aviación sobre drones, menos de cien resultaron serlo.
Pero detrás de la retahíla de informaciones que lleva años produciendo The War Zone a través de distintos países, incluso continentes, también hay espionaje. No está confirmado, probablemente sea una de esas historias de las que nunca podremos estar muy seguros, y que se desvanecerán en el tiempo. ¿Quién se acuerda de los globos, supuestamente espía de China de hace menos de dos años?
Para los ejércitos es un nuevo peligro al que estar atento, pero la democratización de la tecnología tiene estas y otras desventajas para los secretos militares, pero aún tienen ases en la mano.
Pese a toda esta paranoia e histeria, los drones son el último escalafón en la cadena trófica de los vehículos militares. Desde armas electromagnéticas construidas específicamente para contrarrestar la nueva amenaza hasta redes sólidas, hay decenas de métodos de destruirlos. No son ágiles, no están blindados, requieren de cierta experiencia para un uso avanzado, no son la amenaza que se está pintando. Aunque pueden recabar inteligencia en momentos puntuales, o llegar a destruir infraestructura, compararlos a los aviones de combate modernos, es simplemente irrisorio. Como también lo es anunciar la muerte de los tanques por su proliferación.