La misión Aeolus se acaba, el dios del viento volverá a la Tierra

Aeolus

Aeolus, el nombre del dios del viento griego, dio nombre también a la quinta misión de la Agencia Espacial Europea del programa de observación de la Tierra. Era el nombre idóneo para un satélite que se pasaría más de cuatro años estudiando el comportamiento del viento en todo el mundo.

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¿La misión? Mejorar las previsiones meteorológicas, y aportar más datos del caótico sistema que es la atmósfera terrestre

 

Desde luego, Aeolus sirvió a su propósito con mejoras que superaron el 4% en algunas zonas de la Tierra. Especialmente notable lo fue en alta mar, ya que allí es complejo realizar buenas mediciones del viento. Sin embargo, esto es crítico, dado que la mayor parte del tránsito de mercancías globales es por vía marítima. Para mejorar estas previsiones también se apoyaron en la constelación EUMETSAT dedicada a medir más parámetros ambientales. Estos satélites ya están en su tercera generación, lo que habla muy bien de sus capacidades.

Para tomar las mediciones llevaba un sensor LIDAR (Laser Imaging Detection and Ranging, Detección y medición por imágenes láser). Este era el más avanzado enviado al espacio jamás y funcionaba disparando un haz de rayos ultravioleta contra la atmósfera. Al regresar el haz se podía determinar la velocidad de los vientos a distintas alturas. Tan complejo es el instrumento que en la década de 1980 empezaron las pruebas de concepto de un sistema que llegó al espacio en 2018. Ahora, en 2023, apenas cuatro años y medio después de su lanzamiento, se han cesado las operaciones científicas de la misión. Esto significa que el satélite sigue operativo en órbita, pero su final es muy cercano y las operaciones se centran en hacer que reingrese a la Tierra de forma segura.

Esta es una fase crítica de la misión, que suele atraer más expectación que su verdadero final, situado en el cese de operaciones científicas. La Agencia Espacial Europea recalcó que pese a que el satélite no vaya a obtener más datos científicos, los ya obtenidos están a salvo y seguirán siendo accesibles. Presumiblemente a través del ESDC (siglas en inglés de centro de datos científicos del centro espacial europeo de astronomía). Este nombre tan largo responde a la ubicación de esta base de datos con 808 TB de datos almacenados y en constante expansión. Es una de las sedes principales de la ESA y está situado en Madrid provincia.

Uno de los datos más significativos de esta misión es el retorno económico proyectado o estimado más bien. Después de analizar los vientos, mejorando así las previsiones meteorológicas, se estima que generó un retorno de 3 500 millones de euros. Mientras tanto, el coste total de la misión, incluyendo operaciones, no habría superado los 500 millones.

Esto motivó en 2022, cuando el final de Aeolus ya estaba confirmado que se lanzará una propuesta para Aeolus 2. Esta nueva misión se espera que despegue a finales de década o principios de la siguiente y fue aprobada en el Consejo Interministerial de la ESA de ese año.

Además de esta nueva misión, que es un sucesor directo en 2024 EartCare llevará un instrumento muy similar al empleado por Aeolus estos años. Esta misión, aún más ambiciosa que Aeolus o Aeolus 2 se llevará a cabo en colaboración con la JAXA, la agencia espacial japonesa. Con la peculiar dirección de Rumania, el proyecto deberá despegar a bordo de un cohete Vega C. 

Esta misión, sin embargo, estará más enfocada al estudio de partículas y aerosoles en la atmósfera.

EarthCare rellenará un hueco en el modelado actual del cambio climático: el papel de las nubes y los aerosoles en el reflejo de la radiación solar. Sabemos que estos reflejan parte de la radiación, igual que sabemos que atrapan otra, pero sigue siendo un misterio si el balance es positivo o negativo. Es decir, ¿ayudan las nubes a empeorar el cambio climático o, por el contrario, lo frenan?

Martín Morala Andrés