Es constante escuchar cómo la empresa de Elon Musk domina al resto de jugadores en panorama espacial. Sin embargo, la Unión Europea está dispuesta a pegar un importante golpe sobre la mesa asegurando sus comunicaciones de forma independiente. Para ello, el desembolso presupuestario es monstruoso, 10 mil millones de euros en apenas seis años.
El concepto GOVSATCOM
Los estados requieren de comunicaciones por muchos factores, la más evidente es en el mundo militar. Poder conectar con soldados al otro lado del mundo sin intermediarios requiere de satélites, en plural. Normalmente hace menos de una década de hecho, estos eran un puñado de ellos en órbitas geoestacionarias. Sus costes unitarios eran muy altos, su vida útil, considerablemente larga y sus capacidades numerosas.
Por contra, ahora están de moda las mega constelaciones en órbita baja. Estas emplean un concepto muy común en informática y en la producción de electricidad, la red distribuida, muchos nodos (satélites en este caso), más pequeños, de menos capacidad. Tiene algunas ventajas, las latencias son menores, pasan de unos 600 milisegundos a menos de 100, a veces incluso menos de 50. En caso de ataque, son más resistentes, es mucho más fácil deshabilitar seis satélites cuasi inmovibles que varios miles volando a más de 27 000 kilómetros por hora.
Ahora, es necesario fabricar esa descomunal cantidad de satélites, ¿los cuales a su vez son menos resistentes a una intrusión en su red? Y es aquí donde entra en juego la Unión Europea y su programa IRIS².
La clave es la seguridad
Starlink basa su seguridad en sus números, en que no será derribada, aunque evidentemente, en caso de guerra, gracias a sus números es más fácil provocar un síndrome de Kessler. Pero la seguridad física es en la mayoría de casos secundaria.
Aquí los estadounidenses tienen un problema de tamaño, la ciberseguridad, encriptar comunicaciones mantener canales aislados, eso tiene un coste. Por un lado, evidentemente económico, cada satélite de IRIS² será bastante más caro que los Starlink, o los Starshield. Estos segundos emplean una plataforma similar a los primeros, pero para usos militares, y permitiendo embarcar cargas útiles, que se sepan, principalmente cámaras.
Pero otros son muy obvios al analizarlo, masa y espacio físico. Más canales, para permitir comunicaciones aisladas de uso exclusivo, dispositivos de cifrado de más capacidad, antenas más potentes para disponer de más ancho de banda y velocidad. Todo eso tiene un coste en peso y en el espacio que ocupan, no caben en los diminutos Starlink. Además, esos sistemas aumentan sus requisitos de energía y refrigeración, un tema relativamente complejo en la construcción de satélites
Gracias a estas ventajas, además de la más evidente dado el número de satélites propuesto, la altura, la Unión Europea dominará en el plano de las comunicaciones a Starlink. Pero es importante recordar que los satélites IRIS² no están pensados para el uso comercial de ciudadanos de a pie. Aunque sí que se espera vender sus servicios a empresas, lo que reducirá la factura final.