Los kiwis que persiguen dragones: Rocket Lab, la empresa que puede adelantar a SpaceX
22/12/2025 Martín Morala Andrés
Nueva Zelanda no participaba en la carrera espacial, hasta que unos frikis la catapultaron a lo más alto. Rocket Lab, una empresa fundada por genios de la ingeniería aeroespacial y financiera se adentra en 2026 como uno de los escasos competidores de SpaceX. Su cohete Electron completó un total de veinte vuelos en 2025 y este número previsiblemente aumentará en el próximo año. Además, intentarán lanzar el primer competidor real del Falcon 9.
Un cohete muy grande que se queda pequeño
No es frecuente el éxito en los cohetes ligeros, la era de los cohetes pequeños ha sido un fulgor deslumbrante y tan rápido como empezó, está desapareciendo. Su viabilidad económica no está en duda, sino que es inexistente, incluso las compañías que no han lanzado con éxito aún, centran sus desarrollos ya en los cohetes medianos. Por ejemplo PLD Space, sin haber completado su Miura 5 ya tienen fondos para trabajar en el Miura Next, mucho más capaz.
Las economías de escala permiten a los cohetes medianos ser más eficientes, la masa seca de un cohete no crece proporcionalmente con su capacidad de carga. El permitir aumentar la cantidad de masa de un cohete al lanzamiento que es combustible aumenta a su vez la capacidad de carga. Por otro lado, para frenar un cohete más grande se necesita menos energía que para uno pequeño, porque ofrece una mayor resistencia al aire, con lo que se frena más con la atmósfera.
Poco le importó todo esto a Rocket Lab, desde el primer lanzamiento en 2017 el Electron lleva 79 lanzamientos, de ellos 21 este año, con cuatro fallos en total, pero ninguno desde el año pasado. Y pese a que su sucesor esté casi acabado, el Electron no acabará su vida útil pronto. Desde hace dos años y medios se usa una versión con solo la primera etapa de este cohete para realizar pruebas hipersónicas, y tienen variedad de clientes muy dispuestos a pagar los diez millones que supuestamente vale cada una. Un precio similar al que cuesta lanzar un satélite con un Electron completo a órbita. También quedan al menos cuarenta unidades orbitales con contrato firmado, eso le impulsará a uno de los lanzadores con más vuelos de la historia.
El grupo Rocket Lab
Como en todas las industrias, cuando un nuevo actor emerge pujante, suele comprar empresas para aumentar su volumen de negocio, y en Rocket Lab se colocaron como nadie.
Por un lado está la aproximación de SpaceX, los estadounidenses han crecido muchísimo, actualmente se prepara su salida a bolsa por un billón y medio europeo (un uno seguido de doce ceros) pero lo han hecho autoalimentándose. Son el mayor fabricante de satélites del mundo, también son el mayor operador de lanzamientos espaciales del mundo por todas las métricas imaginables.
Pero el volumen de negocio que venden es diminuto, una tercera parte o menos, Starlink consume todos los recursos de la empresa y no hay información clara de su viabilidad económica. Al menos sobre el papel hay interes por otros actores de emularla, pero con una salvedad, son planes gubernamentales fuertemente militarizados, solo Amazon, con Leo, parece estar dispuesta a pelear de tú a tú. Y el plan de Amazon, al menos según las informaciones publicadas al anunciarse el plan, era la conexión de todos sus centros de datos, Amazon Web Service es la gallina de los huevos de oro de la corporación.
Pero el grupo Rocket Lab crece en otra dirección, por un lado compraron empresas bastante pequeñas, pero con una implantación brutal en la industria. Y por otra, trabajan en integrarse verticalmente, es decir, emular en cierta manera lo que hace SpaceX que ofrece sus Starlink como base de otros proyectos. El panorama era alentador hace unos años y a las puertas del 2026, solo se puede decir que fue un gran éxito empresarial.
En el último trimestre de resultados de 150 millones de dólares en ingresos, dos terceras partes provinieron del sector de sistemas espaciales, mientras que el resto fue lanzamientos.
Un futuro interplanetario y estelar
Muy pocas empresas pueden decir que sus artilugios estén camino de Marte, pero Rocket Lab es una de ellas. Gracias a sus adquisiciones se lograron posicionar como un fabricante de referencia. Además, sus avanzadas técnicas de construcción con impresoras 3D, trasladadas de los cohetes a los satélites les están permitiendo crecer aún más en este sector. Pero, uno de los actores diferenciales del New Space es el interés personal de los fundadores y trabajadores de las empresas en avanzar las capacidades de la humanidad más allá del rédito económico. De esto surgen programas como Starship o ESCAPADE. Esta segunda es una misión patrocinada por la NASA pero desarrollada enteramente por el sector privado, específicamente por Rocket Lab como constructor y la Universidad de Berkeley como desarrollador.
Pero no es la primera misión más allá de la Tierra que planean los kiwis, ya en 2022 lograron lanzar por primera vez el Electron, con una kick stage (etapa opcional de un cohete dedicada a espacio profundo) a la Luna. La misión Capstone además, ya llevaba equipos de empresas que tras la capitalización de su salida a bolsa se incluyeron dentro del grupo Rocket Lab.
Tampoco será la última, el año que viene la empresa lanzará una misión diseñada, construida, lanzada y operada por el grupo. Su objetivo será zambullirse en la atmósfera de Venus, algo que ninguna nave ha hecho en treinta y dos años.
Este año 2026 será importante para Rocket Lab ante el lanzamiento de su nuevo cohete, el Neutron. Es probable que incluso este acabe quedando pequeño ante la competencia de SpaceX y Blue Origin. Pero, de momento, si hay un cohete que puede derribar el dominio que tienen los de Hawthorne con el Falcon 9 es el nuevo de los kiwis.
Este nuevo lanzador promete reducir el precio por unidad del americano. Además, logrará simplificar la reusabilidad tanto de la primera etapa como de la cofia, ambas están físicamente unidas. Por otro lado, emplear motores que queman metano reduce le mantenimiento que requieren los motores para volver a despegar. Este combustible deja mucho menos hollín que el queroseno empleado por el Falcon 9.
También, amagan con ir a la caza de las cápsulas Dragon y no solo los cohetes. Y la NASA estaría interesada en que así fuera, principal cliente que emplearía al cápsula. Tras los problemas que afronta la Starliner de Boeing, que no parecen solucionarse, la agencia estadounidense sigue queriendo tener al menos dos naves con las que lanzar al espacio sus astronautas. Sin haber una confirmación oficial por parte de la empresa, ya en 2022 anunciaron estar estudiándolo, en un momento mucho más complicado para su desarrollo.
Rocket Lab es una empresa muy curiosa fundada en un país aún más curioso. Nueva Zelanda nunca había supuesto nada en el espacio, y es verdad que la compañía cada vez basa más sus operaciones en Estados Unidos, construyen satélites para su departamento de defensa, lanzan misiones para su agencia espacial y aspiran a lanzar a sus astronautas. Su aproximación, brillante, tras una exitosa salida a bolsa, la única del sector espacial durante bastantes años, les ha servido para estirarse hasta ocupar bastantes puestos del sector y su valor no a dejado de crecer. También hay que señalar que hasta el día de hoy no han logrado ganar dinero de forma consistente, pero el riesgo de quiebra no podía estar más lejos, la compañía está sentada sobre una montaña de mil millones de dólares en sus cuentas. Insuficiente para crear una mole comparable a la Starship, o incluso a los planes de mejora de Blue Origin y su New Glenn, pero es imposible descartar que sean capaces de llegar a esas cotas y luchar contra dos de los hombres más ricos del mundo.
Especialista en el programa espacial indio.
Universidad de Oviedo.
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