Rechonchos y pesados, los tardígrados se ganaron el apodo de «osos de agua» cuando los científicos observaron por primera vez los característicos andares de estos animales de 0,02 pulgadas de largo en el siglo XVIII. Sin embargo, sus andares plantean la pregunta de por qué los tardígrados evolucionaron para caminar.
Animales tan pequeños y blandos como los tardígrados rara vez tienen patas y casi nunca se molestan en caminar. Por ejemplo, gusanos redondos de tamaño y tipo de cuerpo similares se agitan, deslizando sus formas pastosas sobre sustratos impredecibles. Sin embargo, el oso de agua, un microanimal tan distinto que los científicos se vieron obligados a asignarlo a su propio filo, usa ocho patas rechonchas para impulsarse de manera imposible a través de sedimentos marinos y de agua dulce, a través de las dunas del desierto y debajo del suelo.
Ahora, un nuevo estudio en PNAS analiza la forma de andar de los tardígrados y encuentra que los osos de agua caminan de una manera muy parecida a la de los insectos 500,000 veces más grandes. El descubrimiento implica la existencia de un ancestro común o una ventaja evolutiva que explica por qué una de las criaturas más pequeñas y blandas evolucionó para caminar como insectos más grandes y de cuerpo duro.
Los tardígrados tienen una forma robusta y clara de moverse, dice Jasmine Nirody , miembro del Centro de Estudios de Física y Biología de Rockefeller. Las similitudes entre su estrategia locomotora y la de insectos y artrópodos mucho más grandes abre varias preguntas evolutivas muy interesantes
Corredores de lisos
Nirody y sus colegas determinaron por primera vez cómo caminan y corren los osos de agua. «Si observa a los tardígrados bajo un microscopio óptico durante el tiempo suficiente, puede capturar una amplia gama de comportamientos», dice Nirody. “No los obligamos a hacer nada. A veces estarían muy relajados y solo querrían pasear por el sustrato. Otras veces, ven algo que les gusta y corren hacia él”.
Nirody descubrió que, en su momento más pausado, los osos de agua se mueven alrededor de medio cuerpo por segundo. A toda velocidad, sus zancadas los llevaban a dos longitudes de cuerpo en la misma cantidad de tiempo. Pero la sorpresa llegó cuando observó cómo las patas de un oso de agua tocan el suelo mientras toma impulso. A diferencia de los vertebrados, que tienen distintos modos de andar para cada velocidad (imagínese los cascos de un caballo mientras pasa de caminar a galopar), los tardígrados corren más como insectos, corriendo a velocidades cada vez mayores sin cambiar nunca sus patrones básicos de paso.
Más allá de las implicaciones para la biología evolutiva y el estudio de la locomoción animal, los hallazgos pueden tener ramificaciones para los florecientes campos de la robótica blanda y de microescala.
Al estudiar cómo evolucionaron los animales pequeños para moverse en entornos desafiantes, los científicos pueden diseñar robots que puedan meterse de manera más eficiente en espacios pequeños u operar a microescala. “No sabemos mucho sobre lo que sucede en los extremos de la locomoción: cómo hacer un andador pequeño eficiente o cómo deben moverse las cosas de cuerpo blando”, dice Nirody.