El profesor Johnston-Hollitt, director del MWA y experto en cúmulos de galaxias, compara el hallazgo con el descubrimiento de los primeros huesos de dinosaurio: «Es un poco como la arqueología. Ahora disponemos de unas herramientas para ‘cavar’ más profundo, los radiotelescopios de baja frecuencia, con los que podremos encontrar más explosiones como esta. Probablemente es la primera de muchas otras».
El hallazgo subraya la importancia de estudiar el universo en diferentes longitudes de onda (rayos X, infrarrojo, radio), apunta el investigador: «Volver y realizar ese análisis múltiple es lo que ha marcado la diferencia. Hicimos el descubrimiento con la primera fase de MWA, cuando el telescopio tenía 2.048 antenas apuntadas hacia el cielo, pero pronto tendremos 4.096, diez veces más sensibles». Los astrónomos están emocionados por lo que puedan descubrir a partir de ahora.