El desgraciado programa lunar ruso: humo, mentiras y diapositivas
19/02/2023 Editorial AstroAventuraEl otora glorioso programa espacial soviético recayó en su práctica totalidad en la actual Rusia. Esta nación tenía entre sus logros la recolección de muestras de forma remota en la Luna, la captación de las primeras imágenes de su cara oculta y muchos más.
Desde que el telón de acero cayó ninguna nave de esta parte del mundo ha abandonado la esfera de influencia terrestre con éxito. Ni la Luna, ni Marte, ni Venus, los grandes logros de su predecesora, son una larga sombra que oculta las miserias de la actual.
En 2019 debía despegar la misión Luna 25. Esta misión había sido aprobada en 2014, el calendario parecía razonable. Sin embargo, la brutal incapacidad de Rusia de llevar a cabo algo más complejo que mantener en operación aquellos elementos construidos en la época soviética parece imposible.
Desde 1991 se han construido y lanzado dos misiones «rusas» que pretendían abandonar la Tierra. Tanto Mars 96 como Fobos-Grunt tenían como objetivo Marte. El planeta rojo había sido un objetivo que a la antigua Unión Soviética siempre se le había resistido. El nuevo y joven país quería cambiar el curso de la historia y acabaron estrellándose. Ninguna de las dos sondas fue capaz siquiera de abandonar la órbita terrestre.
La misión Mars 96 se ideó bajo el paraguas de la nación comunista, basándose en diseños de misiones anteriores que habían tenido ningún éxito. Pero, los planeadores de esta creían haber subsanado todos los problemas de diseño. Así que se convirtió en una prioridad del programa soviético hasta su colapso. Posteriormente, la urgencia pasó al heredero que se lanzó a por el objetivo de forma decidida. La crisis económica se cebó con el proyecto obligándolo a retrasar desde la fecha original de 1992 a 1994 y por último y de forma definitiva a 1996. Esta misión consistía en un orbitador, dos estaciones de aterrizaje y otros dos impactadores. Los cuatro elementos que irían a la superficie marciana estaban cargados con plutonio radioactivo.
Además, todos estos elementos estaban diseñados para sobrevivir a una reentrada, lo cual no debería ser un problema.
Pero cuando el cohete lanzador falla, y tus restos caen sobre zonas pobladas, es un problema de categoría máxima.
O lo hubiera sido, si Rusia hubiera informado al resto de países de cuál era la situación real de la nave. En vez de ello, dejaron creer a Estados Unidos, que se encargó del seguimiento de la nave en órbita baja terrestre que la nave seguía acoplada la cuarta etapa del cohete lanzador.
Cuando se confirmó que los restos diseñados para sobrevivir tanto a una reentrada como a un impacto contra el suelo a alta velocidad, Rusia no inició ninguna misión de recuperación. En total se dejaron un total cercano al medio kilogramo de plutonio 138 en plena naturaleza donde contaminaban la zona y peor, quedaban expuestas a un robo por parte de organizaciones terroristas.
Pero no ha sido la única vez que Rusia ha estrellado sus sueños marcianos en la Tierra.
La misión Fobos Grunt acabó en el fondo del Pacífico en enero de 2012. O al menos eso afirma Roscosmos, otros expertos creen que cayó mucho más cerca de Sudamérica. Con ella cayó también una sonda china, que se resarciría de esta primera mala experiencia hace ahora dos años con su misión Tianwen-1.
La nada más absoluta
Y tras estas dos malas experiencias, la nada más absoluta. Rellenada, eso sí, con unos cuantas diapositivas reutilizadas de forma frecuente para copar las portadas de los medios generalistas. Es verdaderamente molesto leer noticias relativas al programa espacial ruso, siempre serán sueños rotos. Ni siquiera son capaces de lograr algo tan básico como lanzar un satélite lunar. Están enfrascados en el programa del Luna 25, una misión de aterrizaje, para la cual no cuentan con los medios económicos y cada vez más claramente, tampoco los técnicos para llevarla a cabo.
Mientras tanto China, Europa, Estados Unidos, Japón, India y hasta Corea del Sur o Emiratos Árabes Unidos, han enviado de forma más o menos reciente naves a nuestro satélite. Incluso países como México se unen a proyectos cofinanciados por la NASA para poder llevar sus propios robots a la Luna.
Y esto ha sido solo un breve vistazo al desaparecido programa lunar. Si comparamos las míticas sondas Venera que visitaron el satélite con lo que plantea Rusia es para cerrar el ordenador y no volver a leer nada nunca más. Hasta febrero de 2022 existía un plan, que incluía una nave llamada Venera D, este era muy ambicioso en capacidades y comprensivo económicamente. Básicamente sería una nave rusa pagada por la NASA. No hubiera sido la primera vez. Pero ahora tras la invasión ilegal de Ucrania, esa vía se cerró.
Y esta es una pequeña historia de como la Unión Soviética dejó el segundo puesto en la carrera espacial y treinta años más tarde estamos ante el cuarto o el quinto.