La exploración de Venus: las sondas Venera revelan los secretos del gemelo olvidado de la Tierra

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Venus no es solo el planeta más cercano a la Tierra, es también el más similar en muchas características relevantes para la búsqueda de vida. Especialmente por su situación respecto al Sol, que lo haría idóneo para albergar agua líquida en su superficie. Sin embargo, algo sucedió, un episodio misterioso en la evolución del planeta le privó de su capacidad de albergar vida en superficie. Las presiones y temperaturas extremas causadas por una densa atmósfera que no permite ver su superficie en ningún momento.
Hay un único protagonista en la exploración espacial de Venus, la Unión Soviética. Mientas que fue la estadounidense Mariner 2, en realidad una sonda diseñada para explorar la Luna, la que realizó el primer sobrevuelo del planeta. Sin embargo, el programa Venera es a quien se debe la mayor parte de nuestro conocimiento del gemelo infernal de la Tierra.
Las Venera 1 y 2 eran sondas bastante básicas, estaban diseñadas para realizar un primer sobrevuelo del planeta y anotarse el tanto de ser los primeros en hacerlo y recopilar un mínimo de información, pero fracasaron en acercarse al planeta. Aunque la primera se cree que logró acercarse al planeta, al no contar con comunicaciones en ese punto del vuelo resulta imposible saberlo con certeza. Desafortunadamente la tercera misión resultó en un homólogo fracaso, aunque la diferencia es que transportaba una subsonda que se lanzaría hacia la atmósfera venusiana, un primer intento de aterrizar en otro mundo.
Sin embargo, el éxito se postergó hasta la Venera 4. Pero el logro fue bastante amargo, los peores datos extrapolables del vuelo de la Mariner 2 se veían confirmados. Pese a diseñar la sub sonda como un auténtico tanque, blindándola hasta las diez atmósferas de presión y 400ºC de temperatura, la Venera 4 no llegó a la superficie. Aún así, se lograron varios hitos, además del de adentrarse en la atmósfera del planeta, se logró captar datos durante 94 minutos. Por otro lado, los 10,3 km/s de velocidad de reentrada se trató de un récord para la época, también la temperatura a la que se desintegró el resto de la sonda que no estaba preparada para aterrizar, 11 000º.
Pese al resultado de la 4, las sondas 5 y 6 fueron reforzadas de manera ligera y lanzadas con éxito, pero se requería de un rediseño completo de la protección para permitir que alcanzasen la superficie del planeta. Algo que sucedió ya en la siguiente misión del programa, la serie V70, por Venus y la década de 1970 que abría la nueva clase de sondas.
Con un peso de casi 600 kilos, obligaron a aligerar otros componentes y mejorar el cohete para poder llegar hasta su objetivo. Se llevaron a cambio numerosos cambios incluyendo sustituir el aluminio empleado en sus predecesoras por titanio, mejorando aún más el blindaje.
Pero con un buen final, la Venera 7 fue la primera sonda en posarse en la superficie de otro planeta con éxito, habría que esperar hasta el año siguiente, aunque existe discusión sobre cuál fue el primer aterrizaje en Marte.
Antes de la que pasó a la historia como Venera 7 había despegado una sonda gemela, el mismo diseño, mismos materiales, mismo lanzador, pero como tantas veces en aquella época, nunca abandonó la órbita terrestre. Por eso, las autoridades soviéticas le pusieron la denominación Kosmos-359, destinada a satélites militares, cuyo uso no se quiere divulgar o restos de lanzamientos. Lo mismo le sucedió a la Venera 8, su gemela quedó varada en órbita terrestre, pero en una que hizo que cayera de vuelta a la Tierra. La Cosmos-482 levantó multitud de titulares por estar diseñada para reentrar en un planeta con atmósfera, pero cayó en el océano Índico sin peligro para nadie.
La Venera 9 supuso un salto en capacidades respecto a la 8, quintuplicaba su peso hasta los 4936 kilos al lanzamiento. Por ello se usó el Proton K saltando del notablemente menos capaz Molniya, basado en el R-7 Semiorka que da luz también al actual Soyuz.
Uno de los principales logros fue la incorporación de cámaras en las subsondas de aterrizaje, pero no fue el único. El aumento en el peso de la misión respondía también a un nuevo objetivo, lograr orbitar el planeta, lo que proporcionaría muchos más datos que los que produce un solo sobrevuelo.
Lamentablemente, debido a los requisitos de construcción de las naves las imágenes se tomaban en forma de U. Tanto la Venera 9 como la 10, sondas gemelas, portaban dos cámaras que capturaban cada una un panorama de 180º. Sin embargo, en cada una de ellas una de las cámaras falló por lo que solo nos dejaron una visión parcial. Pero ediciones posteriores han permitido estirar las imágenes en un formato más agradable.
El undécimo acercamiento supuso un retroceso en capacidades, mientras que sus predecesoras podían quedarse en órbita de Venus, la Venera 11 solo lo sobrevolaría y dejaría caer un módulo de aterrizaje, siendo la siguiente misión una sonda gemela. Para las Venera 13 y 14 se incluyeron algunas mejoras que permitieron obtener imágenes a color del planeta, además de grabadoras de audio que escucharon varios sonidos provocados por el propio aterrizador y otros naturales como el viento.
El programa Venera acabó con dos orbitadores que no transportaban sondas de superficie. La densa atmósfera del planeta había impedido a todas sus predecesoras cartografiar el planeta por lo que fue necesario crear estas dos últimas naves para hacer un mapa. La primera cartografió el norte del planeta y la segunda el sur. Pero su trabajo fue sustancialmente mejorado por la sonda Magallanes de la NASA cinco años después.
Desde 1983 el programa cuyo nombre en español significa Venus, ha estado parado. En tiempos recientes la corporación Roscosmos de la actual Rusia trabaja en una nueva Venera-D, un orbitador. Pero los fondos para el mismo son virtualmente inexistentes. Además, el muy necesario apoyo occidental para sacarla adelante, los rumores de 2020 indicaban que la sonda estaría costeada en su casi totalidad por la NASA, se detuvo en seco tras la invasión de Ucrania en 2022. Tanto la ESA como la NASA se retiraron del proyecto y lanzaron sus propias propuestas que ahora están en construcción. Pero la primera nave que se adentrará en el infernal planeta será de Rocket Lab, que buscará vida en las nubes altas de Venus a finales del próximo año.
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