En las zonas áridas de Australia se encuentra un árbol que da escalofríos: el árbol sangrante del desierto. Porque tiene un fruto con una sorpresa dentro. Y porque si lo pinchas, sangra, como cualquier animal.
Llamado Corymbia opaca, la savia de este árbol es roja y fluida como la sangre y sale a chorro cuando se hace un corte en el tronco o el árbol se despoja de un poco de corteza por sí solo. Pero con un simple rasguño en cualquiera de sus partes, ya se puede apreciar cómo empieza a expusar sangre a borbotones, que acaba por coagular y formar un tapón.
A esta savia la llaman sangre de dragón, tiene propiedades antisépticas y ha sido utilizada desde tiempos remotos por los aborígenes australianos como medicina. Ellos aplican la sangre fresca del árbol directamente sobre cualquier herida o quemadura.
No en vano este árbol del género de los eucaliptus ha sido considerado como una farmacia, una tienda de bricolaje y un supermercado por los múltiples productos que proporciona a los aborígenes.
De su tronco se extrae una madera muy empleada en la fabricación utensilios domésticos. Y de sus ramas se consigue un raro alimento: una especie de manzana (bush coconut) que es mitad fruto, mitad animal.
En realidad, esa manzana es un nido de insectos.
El árbol sangrante del desierto genera una malformación amaderada del tamaño de una pelota de tenis ante la presencia de un cuerpo extraño. El parásito que elige hospedarse en la planta es un tipo de cochinilla (Coccoidea), que por no tener ni patas, ni alas, ni antenas, se pasa la vida a la bartola en el nido pulposo, reproduciéndose y bebiéndose la savia del árbol.
Cuando los nativos dan con uno de estos árboles sangrantes, recogen esas manzanas que ellos llaman merne arrkirlpangwerle y las abren con una roca para consumir las cochinillas. Y también retiran la corteza en busca de los gusanos que habitan allí. Ambos se considera un tipo de bush tucker, la comida original de los aborígenes australianos.
Es curioso como las raíces de este árbol almacenan agua que los nativos buscan y extraen en sus travesías. Y a parte de las cochinillas, el árbol tiene otros huéspedes: algunas aves picotean su tronco hasta que hacer agujeros que se convertirán en el nido ideal para pájaros, murciélagos y marsupiales.
Cuando ya cansado de servir a todos, el árbol se queda sin recursos, puede desprenderse de ramas para ahorrar energía.
Aunque parezca una rareza, este no es el único árbol que tiene una savia tan parecida a la sangre. En otras partes del mundo, como las Islas Canarias o Suráfrica, también poseen sangre de dragón el Pterocarpus angolensis y el Dracaena draco o el Dracaena cinnabari, que sangra a borbotones en este vídeo: