Las recientes noticias sobre el desarrollo de una nave marciana por parte de la NASA son falsas. Su veracidad queda en entredicho simplemente viendo la portada que incluyen muchos de estos artículos.
Como se puede observar en esta imagen hay dos cápsulas acopladas a la nave principal. Que ni siquiera nave interplanetaria es el nombre que yo usaría para este modelo de remolcador. Estas cápsulas son modelos de la Orion. Sin embargo, para el ojo experto u observador resulta llama la atención la forma de los paneles solares. Pues en esta famosa imagen son circulares, pero este diseño de la cápsula Orion (con los paneles circulares) quedó descartada hace más de una década. Cuando el programa Constellation dio paso al programa Artemisa, aún sin este nombre.
Esto sitúa este prototipo, que se encontraba en una fase de desarrollo primigenia durante el Constellation como muy tarde. Y esto ya desmonta estos vistosos titulares sobre una nueva nave marciana que la NASA estaría desarrollando. Esta nave, no es nueva.
Ya en los años 60 la NASA llevó un motor nuclear a una fase muy avanzada de desarrollo y estuvo relativamente cerca de llegar a volar. Finalmente, con el recorte de presupuesto de la NASA tras el Apollo quedó en tierra y su desarrollo se abandonó.
Ciencia ficción
Más allá de la mentira de la nueva nave podemos abordar el problema de los 45 días. Sin querer complicarme en los entresijos de la mecánica orbital ni el complejo mundo del cálculo del tiempo en tránsito de una nave. Los requisitos para lograr un motor cohete capaz de llevar humanos a Marte son altísimos. Además exigen una alineación casi perfecta entre Marte y la Tierra, de las que se dan una vez cada doce años. Todo esto no hace imposible este tipo de vehículos y misiones, solo increíblemente complicados y caros.
Y aquí venimos al meollo del asunto, la NASA recibe proyectos a muy largo plazo de diferentes equipos. Esto, permite que puedan empezar a financiarse y desarrollarse elementos que aunque hoy en día no tenga sentido emplear en ninguna misión. A futuro, podrían emplearse en otros tipos de misión que hoy en día no pasan de la ciencia ficción.
Aun así, los motores nucleares son algo muy real. En los años 60 lo que mató el proyecto fue la falta de financiación. Por eso, en la actualidad la NASA colabora con el mundo militar para afrontar el gasto. De hecho, ha sido la DARPA (Defense Advanced Research Projects Agency, agencia de investigación de proyectos avanzados de defensa) quien ha lanzado el proyecto inicialmente. Y ahora la NASA se ha sumado.
Hay sustanciales diferencias con los proyectos originales de los años 60. Por ejemplo, y uno en el que se ha hecho especial hincapié, se ha reducido el % de enriquecimiento del material radioactivo empleado en el reactor de fisión. Aunque otras medidas de sentido común se mantienen, como la de enviar el reactor nuclear apagado, y encenderlo una vez seguro en el espacio. O la de que la órbita inicial sea lo suficientemente alta como para que un no encendido fallido no lance material radioactivo sobre la Tierra pocos años después de su lanzamiento.
En resumen, la propulsión nuclear en el espacio entraña riesgos, aunque menos de los que se puedan llegar a creer de primeras. Pero sus mayores retos son el coste y la falta de objetivos a corto plazo. Aún así, la NASA y la DARPA trabajan para lanzar la primera misión propulsada por un motor de este tipo en 2027. Aunque optimista, la fecha, la agencia de defensa cuenta con un gran expediente en cuanto a cumplir los plazos.