Durante estas semanas anteriores hemos criticado duramente a Rusia en estas editoriales. Podemos prometer, salvo catástrofe, que esta será la última en una temporada.
A veces, durante la semana se hace complicado escribir sobre un nuevo fracaso del programa espacial peor llevado del mundo sin verter opinión. Pero cumplimos, en la redacción nos tomamos muy en serio nuestra labor de informar así que es hora de verter nuestra opinión en esta editorial.
No nos alarguemos, Rusia ha metido la pata hasta el fondo, en tantas cosas que es complicado enumerarlas. Además, esta semana se cumple un año de la invasión de Rusia a Ucrania, y en esta redacción no somos insensibles a la catástrofe humanitaria que ha desencadenado.
Pero en el sentido de este medio digital, la actualidad era el lanzamiento de la Soyuz MS-23. Esta nave tiene que volar vacía porque un «micrometeorito» habría dañado el sistema de refrigeración de la nave.
Y por fin se puede decir sin rodeos, medias tintas o paños calientes. Eso es mentira.
Después del incidente de la MS-22, bueno, podíamos creérnoslo, más o menos era realista. Un desafortunado incidente de esos que solo pueden pasar por pura mala suerte. Dentro de lo que cabe, podía ser creíble, sonaba a excusa, sobre todo por la velocidad a la que se señaló a una causa externa y por la costumbre de culpar a causas ajenas de los problemas en el programa espacial ruso. Pero al final es la causa que ellos han dado y esperas, que por una vez no sea mentira. Incluso te mientes a ti mismo, así es más fácil escribir algo que te suena mal.
Todo para que unas semanas después, otro misterioso micrometeorito ha impactado contra otra nave provocando exactamente el mismo accidente que con la anterior. Y tú te echas las manos a la cabeza, porque no sabes con qué cara salir a decir a todos los que te leen, que confían en que les informes con veracidad y sobriedad de la verdad.
Mientras tanto, tienes que vomitar la explicación oficial, porque no tienes forma de demostrar lo contrario. Intentas como puedes terminar un párrafo, una frase, unas palabras sueltas para advertir a la gente de lo improbable. Pero no es fácil.
La NASA tarda semanas, meses si hace falta, la investigación se prolongará más de un año. Así es como se hacen las cosas, con luz y taquígrafos, queriendo saber que ha fallado. No escondiendo los errores, los problemas y todo debajo de una lluvia de meteoritos.
Y de hecho, esto no es lo peor de lo que ha hecho Rusia recientemente en el tema espacial. La agencia de noticias vinculada al gobierno ruso TASS, acusó en 2021 a la astronauta de la NASA, Serena Auñón-Chancellor de haber perforado una cápsula Soyuz mientras estaban en órbita. Por supuesto, las pruebas brillaban por su ausencia.
Paren rotativas, nuevo proyecto ruso que no pasará del Power Point
Me he encargado de todas estas editoriales que, aunque decididas más o menos en conjunto en la redacción, al final solo puede escribir uno.
Y es que es triste, es muy triste que con lo que debería ser Rusia en el espacio me dé para rellenar editoriales de casi un mes completo. De hecho, podríamos haber atacado a Rusia en la única semana que perdonamos. La línea editorial era clara y aunque no desalineado del tema elegido finalmente tenía mucho más sentido lo que salió.
Quiero cerrar toda esta serie mirando al programa estrella en la actualidad de Roscosmos. Uno, el cual no deja de generar titulares en la prensa general y que se ha decidido que saldremos al paso en próximas fechas.
La ROSS se patrocina como la solución rusa al fin de la Estación Espacial Internacional. Esto obvia muchísimos factores.
El, en nuestra opinión, más importante, la EEI se mantiene en órbita porque la NASA paga la fiesta. La casa la han construido entre todos, y todos aportan un granito de arena para mantener suministros y rotaciones de astronautas. Pero, el coste en sí de operar la EEI lo absorbe mayormente la NASA.
Sin el músculo financiero de la organización estadounidense es muy complicado que ninguno de los actuales miembros de la EEI monten su propia estación.
Pero supongamos que la economía rusa se recupera lo suficiente como para que pueda pagar la juerga.
El último módulo que lanzó Rusia fue el Nauka, este laboratorio, ahora acoplado a la EEI volteó la estación 480º en un acoplamiento con muchos problemas.
Desde que se acopló no ha vuelto a dar más problemas, pero no es la forma de hacer las cosas. En el espacio el más mínimo error puede sacar tu proyecto de miles de millones de dólares fuera de órbita. Eso no es viable.
La editorial empieza afirmando que esperamos no tener que volver a dedicar ninguna más en mucho tiempo a Rusia. Y es sincero, implicará que se toman medidas correctivas o que al menos no hay más problemas. Con lo segundo nos conformaríamos. Pero honestamente, hablo mucho de la verdad y sería faltar a esta ocultar los pensamientos reales. Sospecho que en pocos meses volvamos a ver un accidente en una Soyuz o una Progress, en el sistema de refrigeración. Que acabará vertiendo todo su líquido al espacio exterior. Qué será responsabilidad de un micrometeorito solitario.