Puñales y traiciones: guerra en la industria espacial europea

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La semana anterior aplaudíamos a la industria europea por su decisión a la hora de establecer las causas del accidente del Vega C en la misión VV22. Esta buscamos responsabilidades ante las declaraciones cruzadas de acusaciones entre las empresas involucradas.

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Imagen previa a una prueba con el motor Zefiuro 40 con detalle de su sección de tobera. Fuente: ESA

Demasiado rápido aplaudimos a la industria europea, tras analizar más detenidamente la información y sobre todo, las declaraciones que varios representantes de los involucrados han vertido esta semana han requerido de una profundización. La nueva mirada no es tan positiva. Aunque para la editorial creemos mejor narrar el esperpento de relaciones públicas mostrado por unos y otros a lo largo de la semana.

Para empezar hay que destacar que el tejido empresarial que construye los cohetes europeos es una pesadilla. Y esto lo habréis leído más veces, pero nunca serán suficientes. Y eso que ahora estamos hablando solo de construir los cohetes, no de su operación, lanzamiento o agencias espaciales europeas, nacionales y supra nacionales. Aunque en esta historia cada cual ha tenido su momento.

Bien, resumamos a las partes implicadas:

Yuzhnoye: una de las principales empresas ucranianas dedicadas al espacio. Ellos han sido los encargados, hasta ahora, de fabricar el recubrimiento “defectuoso” de la tobera del Zefiro 40 que provocó la perdida de la misión. Ahora veremos el meollo de esas comillas en defectuoso.

Avio: integradora del cohete Vega C y responsable último de que este funcione correctamente. Así como de establecer los criterios mínimos de los distintos componentes que adquiere para la construcción de cada cohete.

Arianespace: el perejil de todas las salsas no podía evitar estar presente en este nuevo escenario de pelea entre las grandes empresas aeroespaciales europeas. Aunque en este caso señalarlos, por mucho que nos guste, parece prematuro y queda más a decisión de cada uno decidir su grado de culpabilidad.

Agencia Espacial Europea: mama estado no podía evitar estar involucrada. Sus niños se están peleando y alguien tiene que venir a poner orden, aunque parece que nadie les haga mucho caso. Pero el ridículo en relaciones públicas no estaría completo sin ellos. Como su portavoz ha actuado ni más ni menos que su director general, Josef Aschbacher.

Como estrellas invitadas tenemos a:

CNES: la agencia espacial francesa ha tenido su parte, aunque, contrariamente a lo esperable, no ha defendido a la empresa Arianespace (que, aunque técnicamente sea europea, es mayormente francesa) si no que ha actuado contra sus nacionales y en favor de los ucranianos.

SSAUla agencia espacial ucraniana que ha estado actuando como portavoz de Yuzhnoye.

Presentados los protagonistas, vayamos a la historia:

El mismo lunes día 6 aparecía un comunicado de la agencia espacial Ucraniana. El primero en más de 14 meses.

El comunicado publicado en su página web era primero de todo una reivindicación política. Era su primer comunicado oficial en lo que va de invasión y debían remarcar su compromiso con Europa y la fuerza, pese a la guerra, de su industria espacial.

Los siguientes párrafos eran demoledores, lamentando las prisas que había tenido los investigadores europeos en liberar las conclusiones. Además, señalaban algo muy grave, afirmando que las impresiones de sus expertos consultados no habían sido tenidas en cuenta para las conclusiones. En resumen, el informe era capcioso y la investigación estaba viciada.

Tan contundente respuesta se explica porque una vez acabe la guerra, la industria ucraniana tendrá un peso importante en su reconstrucción, siendo clave tanto para el propio estado ucraniano como para sus socios internacionales. Deben defender sus capacidades o podrían perder contratos vitales para el país a futuro.

El día 3 se había publicado en Francia una carta del CNES en el que se pedían explicaciones a la ESA por una mala investigación.

“El CNES considera que la investigación no es lo suficientemente completa para determinar por qué y cómo tuvo lugar el incidente. Tampoco explica qué lo hizó posible y que decisiones echas por la industria y la agencia (ESA) llevaron a esa arriesgada e incontrolable situación”.

El CNES no está nada contento con la posibilidad de que este año se lancen un total de dos cohetes europeos. Supone un grave problema para sus intereses.

El día 7 trascendió todo a un público mucho más general cuando el director general de la ESA publicaba un desafortunado tweet.

“En primer lugar, la ESA apoya a Ucrania y la difícil situación de su gente. Las conclusiones a las que llegó el comité no son un medio para culpar a Ucrania ni a la integridad de la industria espacial ucraniana, una industria que ha ganado una merecida influencia en los últimos años.”

Las relaciones públicas ya habían hecho lo más públicos posible los desmanes internos. Y ahora nos toca hallar responsabilidades y exigir rendición de cuentas. Demasiadas cosas se están haciendo mal en la industria europea, y algunos de los principales proveedores, las empresas ucranianas, lo están pasando horriblemente mal. Y alguien decidió que ellos serían quienes cargasen con las culpas.

Como Arianespace no podía esquivar por una vez las culpas, su CEO, compartió las palabras del director general de la ESA cerrando filas y señalando que no hay ningún lanzamiento sin riesgo. Estas últimas palabras no pueden si no ser señaladas como uno de los mandamientos de la industria espacial. Pero por algo existen algo llamado pruebas y mitigación de riesgos.

Aparentemente sin conocer el contenido de  la carta del CNES a la ESA y obviando la publicación de la SSAU, en Linkedin el CEO de Avio cuestionó la existencia de la crisis de lanzadores en Europa señalando que tienen agendados 15. Aquí sabe destacar que tener agendado un lanzamiento no es lo mismo que tener la capacidad de hacerlo, que es lo que hoy en día está en duda.

Zefiro 9 test fire

Tras contar la historia quizá sea necesario clarificar de donde viene todo esto.

La semana pasada, aquí os contábamos que la causa oficial del accidente era la falta de homogeneidad de un material. Este material era el recubrimiento de la tobera del Zefiro 40. Esto quiere decir que el material empleado podría consumirse más rápido o de forma desigual, como finalmente sucedió.

Esto provocó la perdida gradual de potencia en el motor de combustible sólido. Derivó consecuentemente en un desvío de la trayectoria prevista y la perdida de la misión.

El motivo aparente de que este problema no hubiera aparecido en los dos vuelos anteriores o en las pruebas sería que no se habría usado el mismo material exacto si no que tendría mejor calidad que el del fatídico vuelo VV22. Consecuentemente, se informó que se había decidido cambiar de proveedor, de Yuzhnoye a Arianespace. Lo cual tendría sentido, sí, Yuzhnoye hubiera sido la responsable.

Pero los ucranianos habían entregado un material que cumplía con los requisitos impuestos por Avio, la fabricante del Vega C. Nadie ha tenido la decencia de explicar aún por qué este esperpento de relaciones públicas ni el cambio de proveedor.

Tal es la situación con Avio que ni siquiera la agencia espacial italiana ha hecho ninguna declaración, la única que no ha defendido a su empresa. Por nuestra parte están bastante claras las culpas cuando ni siquiera eres capaz de estipular los requisitos mínimos de las piezas para tu propio cohete. Pero aquí hay más responsabilidades que depurar, en la comisión de investigación. Se ha echado a los pies de los caballos a un inocente y queremos saber por qué y quién lo ha hecho.